Mi
Llegada a Sierra Leona ha sido en avión, procedente de Ghana. Hemos llegado
tarde, pues se ha retrasado el avión, pero todo ha sido bueno. La cola en el
aeropuerto ha sido larga y tuvimos que esperar, pero todo ha llegado con bien y
estoy contento de llegar a esta nueva
tierra de promisión.
A
primera vista se percibe la diferencia con Ghana, esto es mucho más pobre y está
menos organizado, pero la gente es agradable y amable y el ambiente es
cordial.
Nos
esperaban en el aeropuerto Uba y otro salesiano irlandés. A mí me han invitado a
venir a conocer la presencia de los niños de la calle en la capital. La
experiencia ha sido buena. Hemos salido en coche, sacado el billete del ferry y
hemos esperado de las 6 a las 9 antes de que salga, lo que me ha permitido
charlar un buen rato con Uba, encontrar unos cuantos chavales y captar el ambiente y la alegría de la
gente.
A las siete pasadas comenzamos el embarque, pero la
realidad es que no salimos de allí hasta las 9.
La ceremonia de cargado del ferry no tiene desperdicio. Cargar unos 40
coches es una meticulosa operación de artesanía en la que se trata de no dejar
nada de espacio libre, pero al mismo tiempo ver la cantidad de gente que entra,
calculo que más de mil personas cada uno con sus equipajes, es algo muy
variopinto, que aún me sorprende aún después de haber estado tanto tiempo por
estas tierras.
La
travesía fue rápida a decir de los salesianos, unos cuarenta minutos. La
operación salida complicada y digna de filmarse, pero ya me habían advertido a
la entrada de no hacer fotos… Pero se puede imaginar hacer salir los coches que
habían entrado, pero ahora marcha atrás y en desorden bien organizado, donde hay
media docena de personas que dirigen la operación, todo el mundo que quiere
salir cuanto antes y unos y otros que se pisan el terreno, mientras la
muchedumbre de gente ha logrado ya salir y despejar la situación, nosotros
acabamos saliendo y nos encontramos con la cola correspondiente, pues el atasco
comienza a la salida y nos sigue durante todo el rato hasta la residencia, donde
llegamos finalmente a casi las once de la noche.
Durante la cena cambiamos impresiones Uba, el cura
venezolano y director de la presencia en Freetown. Lotar el salesiano coadjutor
alemán que trabaja aquí desde hace años con los niños de la calle, y yo. La
experiencia me parece muy buena y estoy más que contento. Le doy gracias a Dios
por lo vivido y por encontrarme en “la tierra prometida” y le pido que me ayude
a vivir en esta tierra y hacer de ella con la gente un
paraíso.
Hoy
es santa Lucía, entre otras cosas la patrona de la vista. Esperemos que la
visión que he comenzado hoy se prolongue y sea una realidad de ensueño toda mi
estancia por aquí. Que ella nos ayude a ver así esta realidad o a poner en ella
los colores necesarios para que eso sea así.
La
habitación que me dan, es la única que hay libre en casa, porque se nos ha
quedado pequeña, pero es la que utiliza el provincial. Agradezco el detalle y
trato de dormir bien para estar en forma para lo que me
espera.