Ambientación: Estamos en SIERRA LEONA… Sí, el país
donde hay tanto ébola… Y otras muchas cosas más.
Los salesianos contamos en Sierra Leona con varias
presencias, Una de ellas en Freetown, la capital, donde entre otras actividades
tenemos una parroquia, un centro juvenil, una escuela, un programa con niños de
la calle…; también estamos en Lungi, cerca del aeropuerto, donde ahora mismo,
como no hay escuela y a petición del Gobierno, tenemos un programa de acogida de
niños cuyas familias han sido afectadas por el ébola, (huérfanos y otros).
Finalmente estamos en Bo, ciudad al interior del país, donde queremos comenzar
una presencia en los poblados de los alrededores.
En Bo tenemos un par de casitas alquiladas
provisionalmente, pues queremos empezar el trabajo en los pueblos, pero aún no
hay un sitio de residencia y desde aquí vamos regularmente a visitar los
diferentes pueblos.
En esta situación estamos viviendo una experiencia
gratificante, pues al lado de los casos de contaminación por ébola, que menudean
en varios pueblos, tenemos un grupo de muchachos que nos acompañan y con los que
compartimos nuestras casitas de pequeñas dimensiones. Pero esto no es un
problema, pues siempre nos podemos estrechar y acoger alguno más.
La idea ha sido del padre Uba, que ha estado largos
años trabajando en el país y que conoce cantidad de jóvenes, en particular a
muchos de los que han sido rescatados de la calle y reintegrados a su entorno
familiar pasando por Don Bosco Fambul, y con muchos de los cuales tenemos una
estrecha relación, pues son miembros integrantes del grupo que frecuenta el
centro juvenil en la capital.
Ahora estos jóvenes no tienen nada que hacer, pues no
hay escuela y tampoco tienen muchas posibilidades de elección, sino el estar
desocupados todo el día… Y como el centro juvenil no puede abrirse porque no se
permiten reuniones, pues tampoco se les puede ofrecer este servicio que les
resulta familiar y cercano.
Visto lo que tenemos y como solución aceptable, Uba ha
invitado personalmente a algunos jóvenes del centro juvenil a pasar un tiempo,
dos o tres semanas, con nosotros. La noticia se ha extendido y todos los que
pueden, que son muchos, se ponen en contacto con nosotros y nos solicitan plaza
en nuestra casa.
El que no haya más que diez plazas nos limita mucho en
el número, pero no podemos ir contra las normas; y también el que sean pocos
favorece las relaciones personales y los encuentros y nos permite organizar las
cosas para que el ambiente sea bueno y positivo.
Lo primero que tienes que hacer cuando tienes un grupo
así, es organizar el horario y llenarlo de actividades para que estén
entretenidos y se sientan motivados en lo que hacen, cosa no muy fácil con estos
que han pasado por muchas experiencias y no todas positivas. Por eso hemos
pensado en un tiempo de trabajo manual por la mañana y un tiempo de
clase-estudio y actividades culturales y deportivas por la tarde.
Así hemos puesto trabajo en la granja de siete a diez
de la mañana. Es tiempo suficiente para hacer algo que preste y no cansarse
demasiado y es a una hora en que se puede trabajar, pues a partir de las diez el
sol calienta demasiado y cualquier actividad requiere un sobreesfuerzo adicional
que no merece la pena.
Nos levantamos temprano, salimos en el coche hacia la
granja, rezamos un poquito al principio del día y empezamos el trabajo. Después
de hora y media tomamos el bocadillo del desayuno y proseguimos le
trabajo.
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Limpiando el campo de maleza |
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Un momento para el desayuno |
Limpiar el campo de maleza no es algo a lo que estén
acostumbrados, pero lo hacen porque son capaces de adaptarse a todo y, aunque la
superficie a limpiar es muy grande, también vamos viendo los progresos en lo que
estamos haciendo.
De vuelta en casa, nos lavamos, hacemos la limpieza de
la casa y otras dependencias, preparamos la comida, celebramos la misa y
comemos; y con eso la mañana ya está completa.
Después de comer hay un rato de reposo, descanso,
deporte, que cada uno organiza de la manera que quiere. Tenemos un campo de
fútbol pequeñito en la casa de los vecinos, el centro para niños huérfanos, y
allí nos solemos encontrar para jugar y para hablar con los críos que están en
el centro.
A continuación tenemos un rato de estudio y también
encuentro formativo sobre varios temas, desde la experiencia y el conocimiento
que tienen de los salesianos a entrenarse en un mapa de África mudo a
identificar los diferentes países, algo que no tienen costumbre, pero que les
distrae y les motiva.
Después hay otras actividades musicales, tocar
instrumentos, preparación de cantos, danzas, etc., hasta el momento de la
oración de la tarde y la cena; y después de cenar y lavar los platos, los que
quieren participan en alguna actividad, la mayoría de las veces una
proyección.
Los miércoles por la tarde hay salida los pueblos para
la catequesis y nos suelen acompañar, así como los jueves hay reunión con los
monaguillos en Mattru y también suelen venir.
El fin de semana es más elástico y con mayor libertad,
pero siempre conscientes de por dónde anda cada uno y, mucho cuidado con
contactos que puedan ser peligrosos, pues el virus está presente en cualquier
sitio que no nos esperamos. Sábado y domingo nos suelen acompañar a donde vamos
para nuestras incumbencias pastorales.
Hasta ahora han pasado por aquí más de una veintena de
muchachos que han tenido una oportunidad de vivir y compartir de cerca nuestra
vida como salesianos y tener la experiencia de estar y trabajar juntos, algo que
no todos tenían en su haber. Entre ellos hay estudiantes y aprendices,
aspirantes salesianos, cristianos no católicos y musulmanes convencidos. Todos estamos
con un único deseo: vivir y compartir un tiempo juntos y ayudarnos a pasar el
trago que se nos presenta, de la mejor forma que podamos.
Nos parece una experiencia positiva para nosotros
salesianos y para ellos, pues nosotros sin los muchachos no tenemos mucho
sentido, y ellos, ahora sin clase y sin otra ocupación, se aburren sin saber qué
hacer.
Creemos que es un intento de respuesta positiva a la
situación en la que estamos viviendo, amenazados por la enfermedad, paralizados
en las actividades escolares y sin nada que les pueda sustituir, ofrecemos un
tiempo de estancia entre nosotros a un grupo de jóvenes en riesgo a los que
acompañamos y damos una oportunidad de tener algo en momentos en los que no se
ofrece nada desde las instituciones.
Somos conscientes de la situación de riesgo en la que
estamos y de la posibilidad de que el ébola nos alcance y para ello tomamos
todas las precauciones necesarias; pero también somos conscientes del trabajo de
prevención que estamos haciendo con estos jóvenes, muchos de los cuales han
vivido también la enfermedad muy de cerca, (varios tienen familiares y amigos
entre los enfermos fallecidos), ofreciéndoles en un momento vacío, la
posibilidad de estar con nosotros, de conocernos mejor, de tener una experiencia
comunitaria y poder llenar un tiempo que de otra forma estaría vacío y sin mucho
sentido.
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Controlando la fiebre |
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Controlando la fiebre en el camino |
Hemos comenzado el segundo mes con esta experiencia.
Seguiremos adelante mientras la situación y las circunstancias nos lo permitan,
sostenidos por la generosidad de personas que nos financian y a quienes
agradecemos su colaboración.
Damos gracias a Dios por la oportunidad que nos da de
vivir esta experiencia en un momento delicado de la vida del país, a la vez que
le pedimos su protección sobre cada uno de nosotros y sobre los enfermos de
manera particular.