Viernes
Después de una noche de bastante lluvia, viene un día con niebla, pero
que se anuncia de sol. La misa en la parroquia está concurrida y animo a dar
gracias a Dios por la experiencia de cada día, sabiendo que estamos en sus
manos.
El
profe de lengua me envía un mensaje y me dice que si puedo retrasar la hora de
clase. Le llamo y quedamos de tenerla al final de la mañana. Salgo después de
estudiar un rato, hago algunas compras, echo carburante y así tengo las cosas
listas para la tarde.
En
la clase el profe no tiene las cosas preparadas y soy yo quien le tiene que ir
preguntando, pero se va defendiendo en algunos de los tiempos que nos quedaban
de ver. Es lo que te encuentras por aquí y no se puede pedir más. Está contento
de la conversación que tenemos y busco que se encuentre a gusto, pues el que
haya accedido a darme clase ya es algo a tener en cuenta y
agradecer.
También
hoy había tratado de estar un rato con el cocinero y acompañarle cuando
preparaba unos garbanzos… No está mal para la primera vez, aunque la sopa le ha
salido como una pasta que no hay quien la coma, pues los fideos se han espesado
y no quedó nada de caldo y los garbanzos están un poco tiesos, pero se pueden
comer. Lo mejor la carne que está bien cocida y tiene buen sabor. La próxima
estaré más cerca y espero que nos mejoremos.
Como y
duermo un ratito, pues la tarde se presenta larga y el camino está cada vez
peor, pues sigue lloviendo. Siempre hay quienes se apuntan a viajar y es que la
gente sigue recorriendo distancias grandes a pie y a los que te encuentras por
el camino, especialmente si son mujeres y van cargadas, les das una alegría
inmensa.
Ahora se dan chaparrones muy locales, de forma que vas de un sitio a otro
y en el espacio de dos kilómetros puedes pasar de una lluvia intensa a un sol
radiante y eso me ha pasado hoy en el camino dos veces.
En Cassama la gente va viniendo y hay ya quien me esperaba en el camino,
algunos que vienen de otro pueblo. La reunión sigue su curso y, como estamos al
final del año litúrgico, hablamos de balances y de si estamos preparados para
cuando el Señor nos llama… Me llama la atención lo espontáneos que son y cómo me
dicen que tienen miedo de la muerte y que son temas que entre ellos no se
hablan. Creo que es una de las cosas en las que debo insistir en la catequesis,
el vivir la vida para estar disponibles para cuando nos vengan a
llamar.
Al salir siempre hay gente que se apunta al viaje y estamos casi
completos, pero cuando hemos recorrido alrededor de un kilómetro de la vuelta,
algo pasa en el vehículo que nos deja en el camino. Pienso que no es grave, pero
allí nos deja tirados.
Por suerte
viene una moto y le convenzo de que me traiga a Bo. No hay cobertura en los
teléfonos y no hay nada que hacer. La noche nos envuelve y emprendemos el viaje.
Se apunta una señora que viene a acompañar a su padre que está enfermo y los
tres en la moto, cosa normal por aquí, que también las hay que llevan cuatro,
recorremos el camino sin mayor problema. Cuando llegamos a Tikonko seguimos sin
cobertura y a la llegada a Bo contacto con el mecánico, que viene a su taller y
me dice que prefiere ir ahora mejor que mañana.
En la moto que me ha traído a mí emprende el mecánico el camino de
vuelta. No merece la pena que le acompañe porque no le voy a solucionar nada y
él se las puede apañar para hacer venir el vehículo, o por lo menos es lo que me
dice.
Vengo a casa y nada más entrar comienza una abundante lluvia… Parece que
hubiera estado esperando a que entrara en casa para descargar. Mientras venía
por el camino pensaba en la suerte de viajar sin lluvia…
En casa me encuentro que ha venido un salesiano de la capital y varios
trabajadores sociales que están haciendo un recorrido para la reintegración de
algunos de los muchachos que tienen recogidos de la calle. Hablamos un rato,
cambiamos impresiones y nos despedimos hasta mañana.
Hay luz,
pero no conexión. Estoy un buen rato con Stephen en la lectura del catecismo y
se le ve interesado en aprender y conocer muchas cosas. También pensamos que
sería un buen método para los estudiantes de la uni que quieran hacer catecismo
o formarse un poco más y tratamos de pensar cómo nos vamos a organizar para
hacerlo.
Estoy cansado del traqueteo de la moto y lo incómodo del viaje, pero en
buena forma y, después de leer un rato en el libro electrónico que me regaló
Loli, me entrego a un agradable sueño, pues la lluvia, que ha caído abundante,
ha refrescado el ambiente.