Digo la misa en la parroquia, pues Joseph ha ido a un funeral y en la otra la dice Sergej que ha vuelto ya de los ejercicios. Seguimos con el frescor propio del momento, pues suele ser la última semana del año y la primera del nuevo que trae cierto frescor.
Mientras hay actividad febril de preparar cosas y limpiar, también limpio la habitación y trato de poner el nacimiento en la capilla, el sitio donde nos encontraremos para rezar y donde intentaremos recordar el ambiente de familia.
Después de comer voy a los pueblos. Hoy las parejas están presentes, no los maestros, que les he dejado libres. Hay experiencias bonitas y, sobre todo, un interés por los que no vienen o los que tienen problemas, algo muy positivo y que habla del cambio que está operándose en el grupo.
Para le catecismo en Tikonko me encuentro con tres personas. Hacemos un ratito y vuelvo a casa para tener tiempo antes de participar en la misa de la vigilia, que no está muy concurrida.
Es veinticuatro y me he acordado de Ella en varias ocasiones durante el día, en particular en la misa de la mañana y le hemos pedido que nos ayude a recibir a Jesús como Ella lo hizo.
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