Voy a rezar a Mattru, el pueblo donde me encuentro con la gente viniendo en procesión con fardos en la cabeza, y las cosas siguen el mismo ritmo. Seguiremos teniendo paciencia.
En casa me paso la mañana y buena parte de la tarde en la adoración, lo que me da tiempo para leer, rezar y pensar en no sé cuantas cosas. También aprovecho que estoy en casa para que el mecánico repare el coche. Y más tarde voy a decir la misa y a rezar en la otra iglesia que también tienen la misa por la tarde y hay adoración. Hay un grupito de una veintena de personas y el ambiente es familiar.
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