Emprendemos el viaje que hacemos sin novedad. Dejamos a Patricia en “Mile 91”, es el nombre de una ciudad en la que las monjas tienen un dispensario y donde va a trabajar con ellas durante unos días.
El resto llegamos a Bo a la hora de comer y después de un rato de siesta de recuperación del cansancio comenzamos a conocer lo que hay en los alrededores y visitamos la escuela en la que vamos a cavar un pozo, que está al lado de casa. Después voy a decir misa a Madonna, la otra parroquia y me acompañan Manolo y Emilio, si bien están un buen rato en el patio, pues hay ambiente y mucha gente joven.
Por la noche cambiamos impresiones y, como la gente se siente cansada, nos retiramos pronto a dormir, además de que se nos va la luz.
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