Durante la noche ha llovido. No sé con qué intensidad, pero hay charcos en el camino. Hoy hay menos gente de lo ordinario y bastantes llegan tarde. En cuanto llueve y baja la temperatura, la sensación en la cama es mucho más agradable que cuando hace calor.
Pasamos la mañana organizando almacenes y quemando lo inservible, pensando en el contenedor que vamos a recibir y que nos pedirá sitio para poner lo que llega.
Por la tarde nos damos una vuelta por el pueblo. Lo hacemos a pie. Vamos al mercado, recorremos puestos y saludamos a gente, y muchos se admiran de ver a un blanco que les saluda en su lengua… Hasta que llega uno de la parroquia que me conoce y me saluda amablemente, mientras los demás miran con asombro.
Hemos sudado lo que hemos querido, y eso que hoy no hacía mucho calor, pero dos horas de paseo dan para mucho y nos han permitido ver un trozo de la ciudad a pie. En casa, después de una agradable ducha, vemos las fotos que Manolo ha tomado del paseo y, como no hay luz, cenamos un rato antes y después compartimos un rato de agradable charla.
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