No me he enterado del despertador, pero amanezco a la
hora. Ha llovido por la noche y la sensación es agradable de frescor, aunque la
ducha está un poco más fría que otros días.
La oración con luz, lo mismo que la misa, son una
novedad y estamos contentos con ello. La gente sigue viniendo y se encuentra a
gusto.
Después del desayuno el mecánico me dice que está
ocupado para empezar el trabajo del camión. Voy al College a informarme, pero
están en reunión, así que volveré mañana.
Ha venido a verme un señor que le conocí como cura y
que lo ha dejado. Me pide una misa por su madre que murió en agosto. Estamos
hablando un buen rato. Me alegra verle sereno y contento, cosa que no vivía
antes. Nos despedimos hasta el domingo que nos veamos en misa. Me siento
cansado y me echo un rato y hasta duermo. Luego, en cuanto acabo de comer me
voy a los pueblos, pero me sale la cosa de manera diferente, iba para ver a los
catecúmenos y aparecemos en el monte a ver la madera que han
preparado para los bancos de la iglesia y… Había también hormigas de esas que
pican y se te agarran… Todos saltamos un rato.
Cuando vuelvo a Casa me encuentro que están acabando
una reunión del grupo litúrgico y algunos más. Me parece muy bueno, pues vamos
llevando a cabo el plan que nos trazamos ayer en la reunión comunitaria. Habrá
cambios en la manera de rezar nuestra y de la gente, en particular a partir del
libro que he traído de Nigeria que nos va a permitir rezar al oficio junto con
los feligreses.
Marta, la médico me dice que va a salir a tomar algo
con alguien que ha encontrado hoy durante el día y que había conocido en el
otro hospital donde ha estado. Nosotros cenamos y a escribir la crónica.
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