Ha
llovido durante la noche y me ha costado dormir, con lo que levantarme es
también un problema de decisión. De todas formas estoy en la iglesia a tiempo
de hacer la exposición del Santísimo y rezar los laudes. Para la misa voy a la
otra parroquia y después estoy un rato con el líder de la parroquia, le llevo a
donde trabaja en vistas a vernos luego para visitar al obispo, quien nos da
cita para el miércoles.
Después
de desayunar voy a ver a los maestros que han comenzado los exámenes de su
segundo año de estudios. Las sensaciones son buenas y están contentos de que
les haya ido a visitar.
El
fontanero que me había prometido que estaríamos por la mañana en la finca, me
dice que hay alguien que ha muerto y que quizás lo hagamos por la tarde. Sigue
lloviendo y la ropa de la cuerda sigue sin secar.
Me
paso un rato en la iglesia preparando sermones y otras cosas y también por
estar cerca del despacho porque Christopher ha ido a buscar a Joseph que llega
de Ghana a Lungi.
Después
de comer voy al taller del mecánico donde siguen los arreglos del coche y la
lluvia nos acompaña. Voy a ver al fontanero y ahora sí viene conmigo a la finca
y allí nos pasamos más de tres horas intentando poner orden en lo que hay por
allí. Recorro los diferentes sitios en los que se está haciendo algo, que hoy
está en calma y me entretengo en el campo de las moringas y veo la necesidad de
limpieza que tienen y de reponer las que no han prendido. También hay otros
espacios limpios a la espera de que vengan los argentinos para empezar a
sembrar, cosa que según hemos concertado en el teléfono, piensan hacer mañana.
Me
he puesto las botas y he recorrido bastante parte del terreno, lo que me ha
hecho sudar en abundancia y recordar otras veces que lo he hecho también. Por
lo menos hay la sensación de que se está haciendo algo, pues los cimientos del
centro de procesamiento de la moringa están puestos y la valla de la finca
avanza a buen ritmo.
Ceno
solo a la espera de que lleguen los que vienen de Lungi
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