No me puedo quejar de cómo ha ido la noche, aunque sí
he sudado lo que he querido, pero me encuentro en buena forma y con sabor
amargo en la boca, imagino que los medicamentos hacen su trabajo.
Voy a rezar a Mattru donde lo hago cada jueves y hay
unos pocos más que otras veces. Leemos el evangelio después de rezar el rosario
y les impongo la ceniza. Sigo buscando la forma de encontrarme con ellos y no
veo que la cosa avanza. Por lo menos tres me han traído sus carnets de bautismo
y trataré de buscar alguno más y a ver si con ellos logramos enderezar las
cosas para decir la misa.
Como cada jueves después de la oración comienzo a
visitar las parejas con las que he comenzado a rezar en sus casas. Hoy han
aparecido un par de parejas más, pero me parece que tendremos que rezar largo
tiempo antes de pensar en matrimonio, pues veo que están muy distantes las
relaciones entre ellos.
Vuelvo a casa un rato más tarde que otros días y ya no
hay nadie en la adoración en la iglesia. Desayuno y bajo a la adoración. Se me
pasa la mañana entre el mal cuerpo que tengo, la lectura de la Palabra y alguna
cabezada. Sigo con los efectos de las pastillas tomadas.
Después de comer y dormir un rato, vuelvo a la
adoración. Hace calor y sudo lo que quiero y más. Imagino que seguimos también
con los efectos de la enfermedad, pero me siento en forma. A las cinco llegan
los primeros a hacer una novena y aprovecho para ir a cambiar la ropa mojada
por el sudor y voy a la adoración y la misa en la otra parroquia donde hace un
calor increíble y la ropa que llevo en unos minutos está de nuevo empapada.
Hay algunos que vienen a confesarse y los presentes a
la adoración son pocos, pero me parece que van aumentando, lo que me motiva a
animarles a venir con otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario