Me despierto a la misma hora de todos los días, pero
hoy me doy media vuelta y duermo un rato más porque tengo la misa en casa.
Cuando me levanto hay luz y le dedico un rato a escribir la homilía que tengo
más o menos hilvanada, para ser conciso y concreto. Hablo de los desafíos de
Dios con nosotros en especial cada domingo cuando escuchamos su Palabra y les
animo a aceptar este desafío para tener la experiencia de su cercanía.
En la primera misa hay mucha más gente que en la
segunda y en las dos hay un buen grupo que llega tarde, aspecto que creo que
hay que cuidar y mejorar. El ambiente es bueno y se ve a la gente contenta y a
gusto.
Después de las dos misas estoy un buen rato en la
entrada para saludar a los que llegan o se van intentando estar cercano con los
que vienen a rezar.
Estoy un rato leyendo hasta que viene Christopher y
comemos juntos. Luego descanso un ratito y salgo hacia los pueblos porque como
último domingo de mes tenemos encuentro de animadores.
Al salir de la ciudad la poli ha cortado la vía
principal y me han desviado por un sitio que he acabado en un ramal sin salida.
Lo que tiene el no conocer bien muchos de los recovecos de la ciudad.
Hemos tenido reunión en Lembema, un pueblo donde hay
una escuela que tiene el nombre de católica, pero la realidad deja mucho que
desear porque ninguno de los maestros lo es de verdad, pero a esto es a lo que
se ha llegado desde la despreocupación por parte del clero…
Las intervenciones se van haciendo más y más ajustadas
a lo que tratamos y se ve que los asistentes están interesados en lo que se
trata, aunque siempre hay alguna salida de tono que sazona un poco picante el
intercambio de opiniones.
La vuelta, lo mismo que la ida, cargado con los que
participan en la reunión y rezando el rosario en el camino para dar gracias a
Dios por lo hecho y pedirle protección en lo que nos queda por hacer.
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