Nos levantamos sin luz y a la luz de
la linterna funcionamos en la iglesia para la oración. Sigo un rato en la
adoración y después del desayuno hay trajín de un sitio para otro antes de
decidirnos por el trabajo en la finca y gente que viene a verme, el mecánico,
que ha vuelto del hospital donde le han dicho que es demasiado mayor para
atacar operaciones en los huesos, un señor mayor que me cuenta sus recuerdos cuando
fue bautizado aquí hace más de sesenta años, otro que me viene con un caso de
defunción y que luego no a parece en todo el día…
Me centro en la oración y paso la
mañana leyendo, rezando y meditando. Hace calor y se nota y se suda en
abundancia.
Los argentinos Mireia y Fernando han
estado en el campo y piensan que es mejor no remover las raíces, sino dar
tiempo a que se pudran y en eso me informo para ver diferentes formas de
pensar.
En la siesta sudo y en la iglesia
luego no digamos, he cambiado la camiseta empapada de sudor más de seis veces
en menos de tres horas, lo que no me impide seguir rezando y leyendo y
preparando el sermón del domingo.
Rosario, bendición con el Santísimo y
misa es lo último que hacemos en la iglesia antes de venir a cenar con la luz
del generador. Tenemos ensalada de verduras y una mezcla de boniatos cocidos
con atún y cebolla que se deja comer.
La consulta del correo y las noticias
me levan el tiempo restante.
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