Hoy mejor que ayer y espero que peor
que mañana. Por lo menos he dormido y, aunque los efectos de la enfermedad
siguen, por lo menos no hay grandes dolores ni calambres y sí un serio problema
a la hora de tragar las medicinas…. Y por todo hay que pasar.
He estado en la oración de la mañana
y después del desayuno sigo de reposo, sudando y cambiando camisetas y
sintiendo los efectos secundarios del palu, que es lo normal cuando esto
sucede. Estoy acabando los repuestos en el armario y menos mal que hoy ha hecho
sol y se ha secado la ropa que me lavaron ayer, que cuando llueve la ropa no
seca.
Después de dormir la siesta y sudar
abundante, me ducho y salgo a ver el trabajo en la finca. No se puede estar en
casa encerrado. Los obreros no están, se ve que han acabado y dejan una labor
importante para mañana, pero me llama la atención porque es día de limpieza y
nadie se moverá antes de las doce.
La pista sigue estando en mal estado
a pesar del intento de arreglo y no me he sentido cansado al conducir. La
temperatura era agradable y el silencio elocuente… si pensamos que ayer
tuvieron una fiesta de esas que hacen por los muertos que tuvo la música de los
altavoces toda la noche hasta las seis y media de la mañana. Creo que apreciar
un espacio de silencio en estas circunstancias no es complicado.
Para comenzar el rosario ya me había
cambiado la camiseta y al acabar, de nuevo volví a cambiarla, pero ya te
habitúas al trasiego.
La cena, las pastillas, el generador
que nos da la luz, las noticias, los correos y otros nos entretienen hasta que
sudando me vuelvo a la cama.
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