Hemos
amanecido con luz y con conexión, pero sólo por un ratito, que luego se ha ido
y recuperarla no es fácil durante el día. Después de rezar en casa, voy a
Madonna, como es último sábado de mes, toca limpieza del barrio y las motos no
circulan por lo que los asistentes a misa son los que viven cerca de la iglesia
y vienen a pie. A pesar de ello hay un buen número.
Vuelvo
a casa para el desayuno y después me entretengo en papeles y preparaciones de
lo que haré por la tarde en los pueblos hasta la hora de ir a la cárcel. Hoy
también me ponen pegas para entrar, pero al final paso sin mayor dificultad. Me
encuentro con la gente que está cantando y después de un rato de estar cantando
con ellos, me dan la palabra y comienzo a preguntar cómo les ha ido la semana y
animo a los que quieran a comunicar su experiencia. Hay varios que intervienen
con aspectos positivos en su vida, pero quiero destacar uno en particular. Es
un señor que andará por los cuarenta. Para aquí ya es más bien maduro. Lo que comenta
me parece digno de crédito, pues los otros alrededor lo asienten. Dice que
estaba acostumbrado a enfadarse y responder siempre con violencia y que desde
la primera vez que llegué a rezar con ellos que le llamó la atención lo que les
dije y comenzó a cambiar y que hoy se siente otra persona diferente y muy
contento del cambio que está experimentando. Cuando termina de hablar los otros
le aplauden de forma espontánea.
Me
parece bonito ver que en la cárcel, un medio difícil, haya tales cambios y me
alegro por ello y les animo a dar gracias a Dios por lo que nos da como regalo.
Me piden libros o biblias. Les prometo que algo les encontraré, pues sé que hay
unos cuantos ejemplares de la biblia de los niños que espero que les vengan a
su medida, ya que no saben mucho de leer y así les ayude a mejorar el nivel del
inglés que tienen.
En
casa hay un grupo que se han reunido en nuestra capilla y un cura les habla,
mientras en la iglesia están los preparativos para una boda que habrá al
mediodía y de la que se encargará Christopher.
Después
de la siesta salgo para los pueblos. La boda aún no ha concluido y el ambiente
se hace notar. Anoche llovió y refrescó un poco, pero a esta hora el
sol aprieta por todos lados y se suda abundantemente.
El
camino sigue su tónica de dificultad. Ha habido una lluvia gorda porque las
zanjas están bien destacadas y varios sitios donde antes pasabas sin problemas,
ahora lo haces con cuidado y atención.
El
encuentro con los profes es animado. Hay varios que no están presentes, algunos
con motivos, pues hay reunión de catequistas en Bo, y otros que les preguntaré
la semana que viene las razones. Las intervenciones se animan y las preguntas a
veces no muy centradas por parte de algunos, provocan debate. Cada vez que
puedo vuelvo las cosas a su sitio y centro las intervenciones en el tema que
abordamos, que es nuestra forma de tratar a los críos en la clase. Por lo menos
la palabra mágica la recuerdan “motivar”. Es algo que deben hacer ellos mismos
y hacerlo también con los alumnos. Me da la impresión que en esto hemos
avanzado un poco.
Con
las parejas las cosas no van mucho mejor. Hoy tenemos dos parejas, las que se
van a casar próximamente y unos y otros con excusas razonables. Por lo menos
compartimos experiencias agradables vividas en la semana.
Tengo
también una reunión con el que trabaja con la moto sierra y los líderes de la
iglesia. Acabamos entendiéndonos donde parecía que no había mucho margen de
maniobra, de lo que me siento contento.
Rezamos
el rosario en la casa de Daniel y vengo a Tikonko y hacemos lo mismo en una
casa después de ver que no había nada preparado, pero por lo menos las buenas
voluntades de las casas del alrededor aparecen y estamos un grupito aceptable.
La
vuelta a casa animada por los que se apuntan y que siendo de noche por lo menos
te distraen con la conversación que te dan.
En
casa hay luz, pero conexión difícil… Christopher está cansado y con dolor de
cabeza y se va pronto a la cama. Dedico un rato a escribir y preparar lo que
tengo que llevar mañana a los pueblos.
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