Lunes
Amanecemos sin luz, pero la linterna que he traído ilumina
bien la oscuridad de la habitación o de la capilla.
Digo la misa en Madonna donde hay un buen grupo con el que
comparto la alegría del encuentro y me dan la bienvenida. Las lecturas son muy
sugerentes para ilustrar el comportamiento que debemos tener durante el día.
Después del desayuno tenemos un buen rato de reunión
comunitaria y decidimos que mañana seguiremos. Hay muchos temas que tratar y
cosas que ventilar, pero la cosa está muy tranquila y distendida.
Hago limpieza, leo, llamo al fontanero porque tenemos una
fuga en una tubería y le proponemos que venga regularmente a ayudarnos en la
limpieza, cosa que acepta y por la que se muestra encantado. Como he visto que
tiene como caja de herramientas una mochila muy deteriorada, le ofrezco una de
las que yo tengo, pues mi hermana me ha traído una nueva. La acepta encantado…
No sé qué pensará de mí aquella mochila que cambió de ocupación y que ha
corrido tantas singladuras conmigo en la causa del evangelio, acabar ahora
guardando las herramientas de un fontanero… Pero creo que basta con mirar la
cara de felicidad del fontanero para saber que harán buenas migas y que tendrá
un honroso destino entre las manos de Daniel.
Lavo ropa porque huele a humedad y la solución es ponerla al
sol, pero hay que cuidar de que no te pille uno de los chaparrones que también
suelen caer. También me llaman para decirme que la maleta que me
faltaba ha aparecido y está en la capital y que tengo que ir a buscarla… Es la
diferencia, en Europa te la llevan a casa, aquí tienes que ir tú a por ella…
Cuando después de comer estoy leyendo y preparando lecturas
en lengua local , me viene a ver un cura de una parroquia cercana a Bo y me
habla de que tienen problemas de agua. Sobre un plano le marco los sitios en
los que puede encontrar agua y para mi sorpresa me dice que uno de los sitios
que he señalado ya tienen un pozo que pertenece al dispensario y que no da agua
suficiente para todos. Le he marcado otro sitio que es más fácil, pero ahora me
dice que no tiene la financiación. Pienso que puede buscar ayuda mejor que la
gente de los pueblos.
Voy a los pueblos para el rosario. Comienzo con Towama,
donde hay un grupito que va en aumento y animado por el catequista, secundado
por el presidente que es un buen músico. Después voy a Balei y en el camino me
acuerdo de la parábola que leímos esta mañana y recojo a los caminantes. Lo que
más me agrada es ver el rostro sonriente y agradecido de los que viajan.
En Balei comenzamos nada más llegar. Ha habido lluvia no
mucho antes y hay buenos charcos. Rezamos cerca de la escuela y durante el rezo
ha oscurecido completamente. La vuelta a casa es larga, pero agradable el
recordar la oración que hemos hecho.
Estamos sin luz. Hemos encendido un rato el generador y
tengo las baterías cargadas, lo que me da la suficiente tranquilidad para
afrontar un sueño sereno y fresco, pues se ha puesto a llover.
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