Me levanto temprano y me pongo en marcha hacia Nagoyon
donde estuve ayer. Se repite la historia. No hay mucha gente y algunos llegan
bastante tarde, pero por lo menos están. Los trabajadores para desbrozar la
finca tampoco son muchos hoy, pero por lo menos les veo con buena voluntad y
decididos a trabajar.
Veo que tienen mal calzado y en casa hay botas que
vinieron de Santander. Les llevo unas botas a cada uno de los que están
trabajando y están encantados. Me doy una vuelta por lo que van haciendo y por
los mojones, tarea no fácil en los momentos presentes. Para postre me encuentro
con las hormigas… Y para que contar cómo muerden…
Voy al taller del mecánico y las cosas no avanzan con
el camión… Tampoco tengo noticias de cuando van a venir los técnicos a ver el
terreno y el tiempo se va pasando, pero también con paciencia se pueden hacer
las cosas.
Cuando llego a casa me voy a la ducha. He empapado
tres camisetas en el paseo por la finca y estoy cansado, pero una buena siesta
me recupera y de nuevo estoy en forma. Por la tarde no he salido esperando a
que venga le fontanero, pero no ha aparecido. Hay un problema en una tubería y
tenemos el agua a plazos.
Seguimos con el generador que nos da la luz y la
conexión a internet, a medias.
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