Voy a decir misa a un pueblo y hay poca gente. Tengo
la sensación que amanece mucho más tarde que hace poco tiempo, no sé si será la
realidad. El frescor hace que se esté bien durmiendo en la cama o en la estera.
En casa hemos comenzado con el rezo de laudes con la
gente, una experiencia que costará introducir, pues no muchos saben leer, pero
que estamos decididos a impulsar y que creemos que cambiará las cosas en la
parroquia.
Voy a emigración a pedir un justificante, pues voy a
viajar al aeropuerto a buscar a los que me vienen a ver, un matrimonio de
Santander y un cura que ha estado en misiones en Brasil. Me paso más de tres
horas en la carretera, pero sin ningún problema. Llego a Lungi y tengo tiempo de
descansar antes de ir a recibir a los viajeros al aeropuerto. Es una sensación
muy agradable el encontrarnos, venimos a la casa que tenemos los salesianos en
Lungi y después de un rato de conversación nos vamos cada uno a descansar, pues
el día ha sido largo e intenso para los viajeros.
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