Me despierto un rato antes y
leo. Ahora se puede dormir, porque refresca cuando llueve. Tengo la sensación
de haber descansado y, aunque el agua está un poco fresca, se puede aguantar
una ducha sin problema.
Para la oración hay luz,
cosa que antes no hubo y lo mismo para la misa en la que estamos juntos los
tres salesianos, cosa que hacía mucho tiempo que no pasaba, ya que siempre uno
iba a Madonna. Volvemos a la normalidad de la semana y al número regular de los
que vienen, entre cincuenta y sesenta.
Después de misa hay saludos
especiales, pues los alumnos pasan por delante de casa camino de la escuela que
hoy comienza. Hay caras para todos los gustos.
Después del desayuno tenemos
la reunión comunitaria de cada semana, larga y amplia de temas que nos ocupa
buena parte de la mañana. El resto lo dedico a preparar lo que tengo que hacer
para encontrar a la gente de los pueblos y sensibilizar para que participen en
el proyecto.
Después de la siesta me toca
teléfono. Me paso un par de horas con unos y con otros para ponernos de acuerdo
con respecto al proyecto, los animadores, los que van a plantar, los que van a
limpiar, los nombres de los campesinos, los animadores, el encuentro que vamos
a tener mañana. Creo que me ha quedado claro lo que tengo que hacer y a las
personas con las que tengo que contactar.
Más tarde digo una misa a un
grupo de la parroquia que se han reunido y piden la misa. Aprovecho para
animarles a que vengan regularmente y a hacer catecismo a aquellos que no
comulgan de forma que puedan arreglar la situación que no les permite comulgar.
Más tarde vienen para una
misa funeral un buen grupo, pues ha muerto un feligrés de la parroquia y aquí
se estila decir una misa por la tarde el día antes del funeral.
La conexión es regular, pero
por lo menos he podido conectarme y enviar correos, además de leer las noticas.
El día se ha mantenido sin casi llover.
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