Me levanto con ánimo y sin
luz. Voy a rezar a Towama, donde no hay mucha gente. El camino que habían
comenzado a reparar, pronto se han parado de hacerlo. La lluvia ha sido intensa
durante la noche.
En casa hay un buen número
de personas para la misa y yo, como he ido a un pueblo y es más pronto, puedo
ver lo que pasa en la iglesia de casa desde atrás.
Desayuno y me doy una vuelta
por abajo, donde alguien me viene a pedir una bendición especial porque ha
tenido un mal sueño… Es metodista, pero viene aquí a rezar porque la iglesia a
la que va el domingo está lejos. Tiene un nuevo testamento y un libro de
oraciones en sus manos… Y me doy cuenta de que no es capaz de leer… ¿? Por lo
menos le doy la bendición y le explico lo que quiere decir su nombre, Moisés,
salvado de las aguas… Hay otro que ha venido a misa y que necesita una buena
sesión de catecismo. Como somos amigos y hoy estoy con Moisés, le digo que nos
veremos otro día.
Aparece Andreas y comenzamos
la reunión. Una cosa detrás de otras, discusiones, acuerdos, desacuerdos, de
todo hay y para todos, pero por lo menos las cosas se van aclarando y cada uno
va sabiendo lo que le corresponde y debe hacer. Y así esperamos que las cosas
se vayan haciendo por parte de cada uno.
Nos hemos pasado la mañana
para ponernos de acuerdo en temas como la limpieza del terreno, la plantación
de moringas, la plantación de maíz, el seguimiento de las construcciones, cómo
tomar decisiones que todos nos sintamos responsables…
Después de comer y un momento de siesta, Andreas, Ibrahim y
Marta se van a ver la finca y desde allí directamente a la capital y yo con la
otra que queda, Anni, y los animadores, vamos a casa del “doctor moringa” que
nos recibe amablemente y él y su esposa que está cerca, nos van respondiendo a
las diferentes preguntas que les hacemos. Cuando acabamos la reunión y como
estamos cerca del río, llevo a la finlandesa a ver el río y el puente que están
construyendo y volvemos a casa para la hora de la novena a la patrona de la
parroquia que estamos celebrando.
Me encuentro con Edwin, un
salesiano que está en Liberia y que ha venido a casa unos días. Fue a este a
quien quisimos llevar el año pasado hasta la frontera y todavía nos acordamos
de la aventura del mal camino, pero nos dice que ahora ya está mucho mejor y
que pronto estará acabada la construcción de la carretera. Se queda a cenar con
nosotros y luego, como llueve, Christopher le lleva en el vehículo a su casa.
Hablo un rato con la
finlandesa, Anni, y luego consulto el correo, las noticias y hago la crónica.
El día positivo en general y con muchos retos en todos los aspectos y
agradecido a Dios que nos permite vivir esta experiencia.
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