Es jueves y hay exposición
del santísimo. Como no voy a pueblos, me paso el rato rezando con los demás en
la iglesia y después desayunamos en un buen ambiente de familia antes de salir
a visitar los pueblos.
A las nueve puntuales
salimos hacia pueblos y llegamos a Nagoyon cincuenta y cinco minutos más tarde,
lo que nos lleva ahora recorrer diecisiete kilómetros, y es que con las lluvias
la carretera se pone imposible.
En Nagoyon rezamos, leemos
le evangelio del día y hay palabras de bienvenida con entusiasmo. Nos
entretenemos un rato en presentaciones, pues hay bastante número de personas. D
Américo está cercano a la gente y responde a sus preguntas, a la vez que pide
que se rece por él. La gente se lo promete y yo les digo que fijen su imagen
que así cuando recemos por él le pondremos una cara que nos ha visitado.
Tenemos a una joven que
recogimos en el camino y a quien volvemos a llevar al dispensario, pues
necesita atención médica. Esto me hace conducir muy lento y con atención. La
dejamos en su sitio y nos vamos a visitar la iglesia en Tikonko, y la
encontramos cerrada. Desde la puerta rezamos a la Virgen y emprendemos camino
hacia el pueblo siguiente.
Veníamos con retraso, pero
el hecho de que no estuviera nadie nos ha permitido estar a la hora en el
pueblo siguiente, aunque el resultado se le parece, pues está el responsable de
la comunidad y su hermano que es deficiente, pero por lo menos les vemos y les
decimos de saludar a los miembros de la comunidad local.
Entre unas cosas y otras es
la hora de comer. Hemos venido a tiempo y la lluvia se desata después de
estar nosotros en casa y, por cierto,
que es una suerte, pues como te pille en camino, tardas en deshacerte de ella.
Me echo un rato la siesta y
luego estoy de correo de un sitio para otro entre casa y los catequistas.
También estoy un rato con un grupito de chavales que me dicen que quieren ser
salesianos, comentario que hacía tiempo que estaba deseando escuchar. Habíamos
estado un rato hablando en ambiente relajado y amigable. Fuimos a la iglesia,
rezamos ante el santísimo y después estuve un rato dando gracias a Dios por lo
que me había permitido escuchar y pidiendo que llegue a hacerse realidad.
Nos encontramos con los
familiares de los salesianos, en particular las madres, que han venido
acompañadas y a quienes Américo ha saludado con cariño. Hemos ido a la iglesia
para la bendición y la misa y después nos hemos encontrado también para cenar
juntos, momento que ha sido muy agradable y al que hemos puesto fin con unas
fotos para el recuerdo.
Un rato de leer la prensa y
los correos y la crónica, ponen fin a un día que hemos vivido con cierta
intensidad. Y dando gracias a Dios… Y también bien pasado por agua.
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