Nos levantamos con luz y un
poco más tarde, pues tenemos la misa por la tarde y la oración de la mañana
está concurrida, y han venido varios pronto. Ha llovido durante la noche, no
mucho rato, pero con una gran intensidad y fuertes truenos. Se ven los efectos
en los caminos y en la pista, que hay trechos que ha cambiado de aspecto a
cuenta de la riada.
Después de la oración y un
desayuno raudo, me voy con Mireia, la agrónomo,
a la finca donde ya nos esperan más de treinta personas dispuestas a
trabajar en las moringas. No me esperaba ni tantas ni tan motivadas, pero a lo
largo del día nos han demostrado su interés en el trabajo y su tenacidad, pues
hemos finalizado un trabajo que en principio pensábamos que podía ser para dos
días.
Se comenzó haciendo grupos,
unos limpiaban, otros hacían palos para poner en los sitios vacíos, otros
medían y cuando las cosas estaban organizadas fuimos al vivero a buscar las
moringas. No había las que esperábamos, pero cargamos las que pudimos y se
plantaron después de concienzuda limpieza de hierbas.
Los animadores del proyecto
estuvieron con ellos y las cosas funcionaron bastante bien de forma que a las
cuatro, ya pudimos dar por terminado el trabajo y además urgidos porque la
lluvia se anunciaba, algo que puede ser una bendición especial, pues el agua de
la noche había dejado la tierra mullida y el agua de la tarde, después de la
plantación, asegura que lo que se ha plantado, va a agarrar bien.
Cuando venimos a casa, tengo
una conversación muy agradable con Mireia,
la agrónomo que me hace ver que se encuentra satisfecha del trabajo y de la
forma en la que se ha hecho y ve la motivación de la gente como algo muy
positivo y que el proyecto es una cosa que le resulta agradable porque ve que
va a cambiar la vida de muchas personas. Estaba cansado, pero oyendo esto me he
sentido satisfecho del cansancio del día porque veo que otros aprecian y
valoran lo que haces.
Me he duchado y puesto ropa
nueva porque estaba empapado de sudor y cuando he querido ir a la iglesia lo he
tenido que hacer con el paraguas porque jarreaba. En la tranquilidad de la
iglesia y con el rumor de la lluvia, he dado gracias a Dios por el trabajo
realizado y por lo vivido con tanta gente, a la vez que soñaba en tantos a los
que vamos a ayudar con las moringas.
Ha llegado la hora de la
misa y había cuatro personas, por lo que ha sido muy familiar, Estaban los
otros dos salesianos y he tratado de ser muy cercano a la gente esperando que
otro día tengamos algunos más.
Joseph se va mañana para el
curso de renovación y le vienen a decir adiós dos curas, por lo que la cena se
retrasa un poco. Después de la cena tengo un momento de conversación personal
con él y le deseo una buena estancia en Roma.
Para el internet hoy no toca
conexión, así que escribo la crónica y las noticias y los correos será otro
día, que hoy no toca. Me siento cansado por el trajín del día y satisfecho de
lo realizado dando las gracias a Dios que me permite vivir esta experiencia.
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