Amanecemos entre luces y sombras. En casa no hay luz, pero
hay unas farolas solares en la calle que cuando hace viento los árboles de la
avenida nos hacen ver unas sombras que nos dejan con las ganas de tener la luz
más cerca. Joseph ha ido a altas horas de la mañana a Lungi y por la noche
llueve y hace que el ambiente sea fresco y agradable el dormir con menos
temperatura que lo habitual.
Sin luz y con el generador tenemos la misa, donde me
acompaña el diácono salesiano que está de vacaciones estos días y que se suele
hacer presente de vez en cuando por casa.
A las diez tenemos la misa funeral por el señor que murió
hace un par de semanas y que me toca oficiar. Los funerales son un acto
bastante social y que muestran la manera de ser y de hacer de la gente de cada
sitio. En el de hoy todos llevaban el traje igual y era de los comedidos. Suelo
hacer el comentario que las ceremonias que se hacen para los muertos que matan
a los vivos por las deudas que les hacen contraer no son cristianas, pero la
fuerza de la tradición es grande mientras no haya un grupo consciente de hacer
frente a algo que no tiene sentido, pero que no se discute, simplemente se
acepta y se sufre.
Estamos dentro de los límites de la normalidad y trato de
hacer lo mismo, incluso no ser largo. A la salida, como vamos a ir al
cementerio de un pueblo, me encuentro el vehículo invadido de gente que ha
subido sin decirme nada… Me siento en un apuro y les tengo que hacer bajar,
pues ya había ofrecido el sitio a unos que habían venido del pueblo y a los que
conozco bien…
En el pueblo el cementerio está lejos y por un sendero que,
por suerte han arreglado un poco y podemos recorrer con cierto sol… No me lo
imagino con lluvia… La ceremonia sigue la normalidad de las cosas y acabamos
con el vehículo lleno con los que vuelven… Siempre que viajas hay voluntarios
para desplazarse.
La madre de Daniel, el cura salesiano, nos ha traído la
comida hoy, que la ha preparado ella, y es que la familia del fallecido le es
cercana y tiene varias personas amigas en ella y por eso ha querido participar
con ellas en ofrecernos la comida. Nos ha hecho un buen servicio, pues estando
sin cocinera es algo que se agradece.
Por la tarde voy con ella a los pueblos, como solemos hacer
cada viernes y hoy entre agua y sol, acabamos en Cassama donde hay bastante
gente y parece que lo de las parejas se va empezando a recuperar, aunque habrá
que dar tiempo al tiempo para ver lo que resulta. Por lo menos estiman positiva
la visita de las parejas del otro pueblo de la semana pasada.
En Gbalehun hoy la cosa tarda y me da tiempo a visitar a
algunos en sus casas. Parece que se hubieran puesto todos de acuerdo para
contarme sus problemas, desde los que están enfermos, a los que se han peleado,
o que la mujer no viene a rezar… Me pregunto qué hacer y por donde atacar. Se
me ocurre contarles una historia y parece que la cosa tiene éxito, pues desde
el que me traduce hasta los críos más pequeños me siguen y reaccionan a medida
que se lo van traduciendo. Además me prometen que la semana que viene se van a
acordar y que durante la semana practicarán la enseñanza…
Se nos ha hecho tarde y volvemos a casa casi a las diez,
pero por lo menos no nos ha llovido y estoy esperanzado de lo obtenido. Otro
día más y mejor…
No hay comentarios:
Publicar un comentario