Hemos amanecido con luz, cosa que no
sucede todos los días, pero se ha ido y ha vuelto cuando ya había acabado el
aseo. Por lo menos disfrutamos de ella en la iglesia y podemos leer los libros
sin necesidad de linternas.
Es último sábado de mes, día de limpieza,
y la gente no viene a la misa por la mañana. Joseph se ha ido temprano y yo
dedico bastante tiempo a la colada que se ha ido acumulando y al estudio y
preparación de las reuniones de la tarde.
En los pueblos las cosas son siempre una
sorpresa. Hoy no encuentro a las parejas que solía llevar, pero aparecen otras
que están empezando a venir. Me doy una vuelta por la escuela de Balei y veo
los árboles que han ido saliendo de los que traje para plantar por parte de los
alumnos, además de traer a algunos de los que están listos para el vehículo.
La reunión es animada y la presencia va en
aumento. Había casi una veintena, pero la realidad es que no había más que
media docena de parejas, el resto solos y con buenas razones para no estar
acompañados. Por lo menos voy viendo que el número aumenta y las cosas van
adelante a pesar de que también hay sus problemas.
En Tikonko la lluvia nos acompaña y los da
la catequesis no se presentan. Voy a ver a la mujer del jefe que está cenando
tranquilamente y le digo que no veo mucho interés en el personal que viene a la
iglesia… Ella conoce la situación y me promete que actuará. Mañana lo podremos
comprobar.
Sigue lloviendo y en el camino hacia casa
la cosa se hace complicada y lleva su tiempo recorrer el camino mojado, pero lo
hago sin mayores problemas.
En casa tenemos luz, la conexión es muy
débil y al final la luz se nos va. Pero por lo menos nos había permitido ver
las noticias y escribir la mayor parte de la crónica del día.
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