Como cada domingo salgo temprano hacia los pueblos. Hoy
hace una mañana agradable y, como llovió un poco por la noche, hace un cierto
frescor, sensación agradable para comenzar el día.
No he tenido ninguna interrupción en el viaje, lo que me
permita llegar temprano al Balei y la gente ya estaba dispuesta a emprender el
camino a pie. Cuando han visto el vehículo se han paresurado a montar y, cuando
estaba lleno, les he traído al Nagoyon, el pueblo donde celebramos la misa.
La iglesia, en tierra, es demasiado pequeña y por eso
celebramos la mis afuera, lo que permita a los niños moverse con más libertad y
hacer menos ruido. A pesar de ser la primera misa, la gente se hace presente
con antelación, lo que me permite comenzar antes de tiempo, pues me dicen que
ya están todos.
Después de la misa tenemos un momento para hablar de los
árboles a plantar en la escuela por los alumnos. Parece que las cosas funcionan
y que hay candidatos para plantar en varios sitios. Creo que el trabajo de
sensibilizar es largo y arduo, pero que puede dar buenos resultados a largo
plazo.
En Tikonko la gente se hace esperar y algunos llegan tarde.
A pesar de ello el ambiente es bueno y el número aceptable. Les hago ver que si
quieren plantar árboles, cosa que me han pedido, tienen que preparar la tierra,
lo que quiere decir limpiar y hacer hoyos, algo que prometen alegremente, pero
que pienso controlar los resultados la próxima
vez que venga. Los que me prometieron ayer su presencia, hoy no estaban…
Tendré que volver a la carga de nuevo y hacerles ver que les voy a seguir de
cerca.
En Towama las cosas son un poco diferentes, pues hoy la
iglesia está abierta y hay quienes están dentro, pero llegada la hora, los que
tienen que leer no están y hay muy pocos en el coro, además de que los
presentes son escasos. En la homilía, que ya han llegado, les hago ver la
situación y les pido responsabilidad a la hora de relacionarnos con Dios. Les
comento que me parece raro que a las siete la gente esté antes de la hora y a
las once la gente llegue tarde… Pero así son las cosas. Habrá que seguir
insistiendo, teniendo paciencia y haciendo catecismo. Al final de la misa tenemos
una reunión y siguen pensando en programar la peregrinación para un sábado, día
en que los que trabajan están más libres, pero no han decidido la fecha.
Cuando llego a casa todavía hay algunos en la iglesia, han
tenido una reunión un grupo especial y están hasta media tarde. Yo voy a comer
y me echo un rato la siesta, pues la mañana ha sido larga.
Por la tarde me doy una vuelta con Joseph por el
chiringuito que tienen montado en el centro de pastoral los de las escuelas que
están a nuestro alrededor y nos encontramos a muchos conocidos y gente de la parroquia, que nos saludan
contentos.
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