He logrado dormir por la noche y me encuentro en relativa
forma, lo que me permite afrontar la labor de decir las misas de cada domingo.
Me acompaña Marta que tiene muy buena impresión del primer pueblo a donde
vamos, donde estuvo ayer. Solemos decir la misa fuera de la iglesia, pues es
pequeña y no hay sitio, pero hoy hay tanta humedad que las hojas de los árboles
dejan caer abundantes gotas de agua y lo noto en los libros en especial… En un
momento en la homilía les pregunto por qué lloran los árboles… Les digo que
espero una respuesta ingeniosa la semana que viene.
En Tikonko la gente se hace de rogar, pero al final aparece
un número aceptable, alrededor de los cincuenta y siento el cansancio de la
malaria y me siento un rato antes de continuar, pero la cosa no va más lejos y
puedo acabar sin mayores problemas.
Han limpiado una parte de la parcela, pero queda mucho
trabajo por hacer y parece que no hay
mucha disponibilidad. Habrá que espolearles para que hagan lo que tienen que
hacer en su terreno.
En Towama Marta se queda fuera, pues tres misas es
demasiado para ella. La homilía la hago sentado, lo que me permite no estar tan
cansado y hablarles largo y tendido de la confesión, pues la pecadora es quien
está justificada y no el fariseo.
Volvemos a casa, comemos y me voy un rato a descansar, pues
tengo que seguir luego con otra reunión de los responsables de las comunidades.
Marta está a la espera de que vengan a recogerla los que vienen del pueblo y
juntos ir hacia la capital.
Yo voy a la reunión y recojo a los que esperan. Joseph, que
tiene que venir, tiene malaria y hace un enorme esfuerzo para estar presente.
Habla a los responsables de la necesidad de informar y dar cuentas de las
actividades que hacen en los diferentes pueblos y amonesta a los de Tikonko
para que limpien le terreno. Creo que ha estado muy comedido, siendo también
muy claro en lo que queremos hacer con ellos y que la gente de los pueblos
tienen que ser conscientes de que tienen que colaborar y tener iniciativas y no
esperar que todo se lo den.
La vuelta a casa para mí es aparcar el vehículo y marchar a
acostarme. Joseph ha ido al hospital a ponerse una inyección. Esperemos que con
ello las cosas vayan a mejor y el paludismo ceda.
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