Crónica de las experiencias vividas en Bo (Sierra Leona) por el misionero salesiano Antonio Gutiérrez
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domingo, 20 de mayo de 2018
20 de Mayo de 2018
Domingo
Me despierto a la
hora de todos los días, pero hoy no tengo prisa y dedico un rato a leer
mensajes del teléfono y luego, cuando amanece me levanto con la luz del día.
Día de Pentecostés,
la venida del Espíritu Santo que celebraremos en casa con una misa solemne y
luego en la catedral con los confirmandos de la ciudad. Abro la iglesia y van
llegando los fieles. El catequista viene con retraso y ya hay muchas cosas
hechas cuando él aparece. También ha venido el anterior párroco, el que tiene
problemas de movilidad y aprovecho para confesarme.
No sé qué ha pasado
hoy que no vienen los monaguillos y el coro está bajo mínimos, pero la gente
llega y en general a la hora. El número de participantes no es grandísimo,
pero es importante y nos habla también de los que hacen el
catecismo y la necesidad de encontrar un punto de referencia.
Cuando acaba la
misa me cambio la ropa que está empapada y me voy a la misa de la catedral en
la que serán confirmados más de cien de nuestra parroquia y cuasi parroquia. El
total pasa de los cuatrocientos.
La misa es lo que
tiene que ser, empieza a las diez y acaba a la una y media, con el sermón del
obispo en buena forma y las colectas y ofrendas y lo necesario, pero bastante
bien hecho y organizado. He saludado al obispo y me ha invitado a que hablemos
mañana en su despacho.
Cuando vuelvo a
casa otra vez estoy empapado y me cambio. Comemos, porque los otros han llegado
de las misas de los pueblos. Hoy no como arroz, porque hay unas patatas fritas
y buñuelos, además de la carne de pollo y los mangos que están estupendos.
Retiro la colada de
ayer, duermo un rato la siesta y me voy a Nagoyon a ver lo que están haciendo y
les veo acabar el cimentado del suelo, y además dos de la comunidad están
encalando las paredes. Me paso un buen rato con ellos, discuto lo que haremos
durante la semana, les llevo el dinero del trabajo que han hecho en la finca y
para acabar rezamos le rosario. A los albañiles les he llevado miel y
mermelada, como son musulmanes y están haciendo el ayuno me han pedido cosas
dulces.
En Tikonko
encuentro a la gente en el camino y vamos a la casa donde rezamos. No hay mucha
gente, pero sí los que quiero ver, para proponerles trabajo y así ver si son
capaces de trabajar juntos como un equipo. Me dan buena impresión y creo que
estoy atacando por el flanco que se les puede hacer reaccionar. Esperemos que
sea cierto.
Cuando llego a casa
es más tarde de las nueve. Día completo y con buenas sensaciones que esperemos
se confirmen en la semana. Hay luz de la ciudad y me conecto y veo los
periódicos y escribiendo la crónica nos quedamos a dos velas.
Me despierto a la
hora de todos los días, pero hoy no tengo prisa y dedico un rato a leer
mensajes del teléfono y luego, cuando amanece me levanto con la luz del día.
Día de Pentecostés,
la venida del Espíritu Santo que celebraremos en casa con una misa solemne y
luego en la catedral con los confirmandos de la ciudad. Abro la iglesia y van
llegando los fieles. El catequista viene con retraso y ya hay muchas cosas
hechas cuando él aparece. También ha venido el anterior párroco, el que tiene
problemas de movilidad y aprovecho para confesarme.
No sé qué ha pasado
hoy que no vienen los monaguillos y el coro está bajo mínimos, pero la gente
llega y en general a la hora. El número de participantes no es grandísimo,
pero es importante y nos habla también de los que hacen el
catecismo y la necesidad de encontrar un punto de referencia.
Cuando acaba la
misa me cambio la ropa que está empapada y me voy a la misa de la catedral en
la que serán confirmados más de cien de nuestra parroquia y cuasi parroquia. El
total pasa de los cuatrocientos.
La misa es lo que
tiene que ser, empieza a las diez y acaba a la una y media, con el sermón del
obispo en buena forma y las colectas y ofrendas y lo necesario, pero bastante
bien hecho y organizado. He saludado al obispo y me ha invitado a que hablemos
mañana en su despacho.
Cuando vuelvo a
casa otra vez estoy empapado y me cambio. Comemos, porque los otros han llegado
de las misas de los pueblos. Hoy no como arroz, porque hay unas patatas fritas
y buñuelos, además de la carne de pollo y los mangos que están estupendos.
Retiro la colada de
ayer, duermo un rato la siesta y me voy a Nagoyon a ver lo que están haciendo y
les veo acabar el cimentado del suelo, y además dos de la comunidad están
encalando las paredes. Me paso un buen rato con ellos, discuto lo que haremos
durante la semana, les llevo el dinero del trabajo que han hecho en la finca y
para acabar rezamos le rosario. A los albañiles les he llevado miel y
mermelada, como son musulmanes y están haciendo el ayuno me han pedido cosas
dulces.
En Tikonko
encuentro a la gente en el camino y vamos a la casa donde rezamos. No hay mucha
gente, pero sí los que quiero ver, para proponerles trabajo y así ver si son
capaces de trabajar juntos como un equipo. Me dan buena impresión y creo que
estoy atacando por el flanco que se les puede hacer reaccionar. Esperemos que
sea cierto.
Cuando llego a casa
es más tarde de las nueve. Día completo y con buenas sensaciones que esperemos
se confirmen en la semana. Hay luz de la ciudad y me conecto y veo los
periódicos y escribiendo la crónica nos quedamos a dos velas.
Ubicación:
Bo, Sierra Leona
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