Hoy no voy a rezar a los pueblos y
por ello tengo un buen rato de oración en la capilla antes de ir a la misa en
la iglesia en la parroquia. Nos acompaña el diácono que está por aquí estos
días. Me paso la mañana en preparativos y esperando llamada que no llega. Voy a
visitar a los maestros y organizo cosas del contenedor.
Por fin me vienen a ver con la lista
de lo que necesitan, los accesorios para la máquina que compramos ayer y doy lo
que necesitan para que se los procuren y encontrarnos de nuevo en casa. Y, como
tardan, voy a ver a los maestros y estoy con ellos hasta que concluyen el
trabajo por esta semana.
Para esto he visto que el vehículo
tiene problemas de nuevo con una fuga de carburante y llamo al mecánico que me
promete que mañana lo arreglará, lo que me permite llevar a los maestros a sus
pueblos, visitar la construcción, hablar con el jefe del pueblo y ver las
condiciones a fijar con el operador de la máquina, cosa que haremos mañana por
la tarde en el pueblo en reunión con varias personas.
Luego voy a Gbalehun y llevo a uno
de los maestros que renquea un poco y aprovecho el viaje para tener una
conversación con él y proponerle decidir si ser maestro a dejarlo, pero si
decide estar con nosotros le quiero ver entregado en cuerpo y alma a los alumnos.
No le pido que decida, sino que lo piense y tome su tiempo antes de decidir.
Por lo menos me ha parecido que se ha sentido comprendido.
En casa hay luz y, aunque la
conexión es débil, por lo menos puedo ver las noticias en el periódico.
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