He
dormido bastante poco y voy a decir misa a Nagoyon, donde la carretera es cada
vez más difícil. La gente a pesar de lo pronto de la mañana, está
presente y cuando acabo vuelvo para decir la misa en la parroquia. Logro
hacerlo a tiempo, aunque me tenga que tomar un momento antes de empezar la misa
para reponerme. Es un esfuerzo grande el estar en dos sitios para la misa, pero
creo que merece la pena, pues la gente lo aprecia.
Después
de desayunar me siento cansado y me echo un rato a dormir, pues el día es largo
y quiero hacer muchas cosas.
Ha
llovido y sigue lloviendo. Los arroyos que el año pasado empezaron a correr en
el mes de julio, ya hace tiempo que están corriendo este año.
Salgo
un momento al mercado y después hablo de nuevo con el cocinero. La hablo de
preparar pollo al ajillo y me sorprende que le ha puesto tomate… Tendré que
seguir hablando y estando con él cuando prepara la comida.
Vienen
a verme Marcos Portillo y Bárbara y vamos a ver la construcción que estamos
haciendo, pues los albañiles que allí trabajan han venido por su mediación. Les
gusta la construcción y elogian el trabajo. Yo también reconozco que los
albañiles están haciendo bien su trabajo.
El
mecánico está arreglando un vehículo y el viaje que teníamos programado tendrá
que aplazarse para otro día.
Por
la noche, después de cenar, tenemos un buen rato de sobremesa hablando de las
experiencias que cada uno estamos viviendo. Ellos están haciendo escuelas en la
zona norte del país y colaboran con los misioneros javerianos y están pensando
en ir a España en dos semanas para buscar fondos y seguir con el trabajo.
Quedamos de vernos en algún momento. A una hora conveniente nos vamos a
descansar.
Hemos
tenido luz por la noche y la conexión era muy precaria.
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