Duermo
bien y me levando descansado. No hay luz, pero como no tengo que madrugar me
puedo valer con la claridad del día para el aseo.
Después
de rezar un rato en casa, voy a Madonna para la misa. Pentecostés es una fiesta
importante y trato de realzarla en el sermón y otros detalles. Hay una docena
de niños y jóvenes que fueron bautizados el viernes y hoy reciben la
primera comunión. Resalto su presencia, hago que vengan con ellos los padres y
padrinos y les invito a venir a la misa durante la semana, cosa que prometen.
He
intentado hacer ver que pentecostés es la presencia del Espíritu entre nosotros
en las circunstancias normales de la vida ordinaria y es ahí donde tenemos que
descubrir su presencia y su eficacia. Concretando los retos les felicito por
venir, pero me pregunto por qué hay tantos que llegan con retraso. La misma
pregunta se repite para los que vienen y no comulgan, que son muchos. Creo que
se ha iniciado el camino de solución, que es hacer catecismo, aunque no sean
muchos por el momento los que lo hacen.
Voy
a Towama, donde no hay mucha gente, imagino que han ido a alguna celebración en
otra iglesia. Al final de la misa hay invitación a comer en casa de alguien que
celebra aniversario de defunción de su madre y todos van a comer…
En
casa hoy el plato de arroz de cada domingo es un pescado y ensalada de verduras
que está bien preparada y como con gusto antes de echarme un rato la siesta.
Con los otros no me veo, pues cada uno tiene sus compromisos.
Cargo
la comida de la semana para los que trabajan en la construcción de la iglesia y
pienso en los que van a transportar madera desde donde se ha cortado hasta el
sitio en el que un vehículo pueda llegar, que tendrán buen trabajo que hacer. A
esos también hay que darles de comer y necesitan un buen menú, pues acarrear
madera no es cosa fácil.
Digo
la misa en Nagoyon a las cinco. No hay mucha gente al principio y algunos más
van llegando. Empezamos fuera de la iglesia pero la lluvia nos hace entrar…Hace
tanto calor dentro que sudo lo que quiero y más, pero llueve y hay que aguantar
dentro y esperemos que refresque un poco sin tardar.
En
la homilía les hago ver la presencia del Espíritu en el trabajo que están
haciendo en la construcción y el ejemplo que les cuento es algo que ya habían
escuchado hace tres años y hoy se dan cuenta que los sueños pueden hacerse
realidad y se entusiasman con lo que estamos viviendo, que creo que es lo que
vale la pena, vivir la fe con ellos en la lucha de cada día.
Después
de la misa reunión para planificar la semana con los responsables y tener
claros los objetivos, algo que va saliendo cada vez mejor. Ellos están seguros
del trabajo que hacen y yo me puedo fiar porque el trabajo estará
bien hecho.
Vuelta
a casa con gente que te acompaña y algunos que encuentro en el camino y a los
que veo la sonrisa porque les he ahorrado una caminata.
Estamos
sin luz pero hay conexión y veo las noticias, aunque internet para
correos no está disponible. Cuando la batería se había terminado y me disponía
a leer en el libro electrónico, viene la luz, que me permite seguir con el
trabajo en el ordenador.
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