Sábado
Sábado y comenzamos mes. Tenemos luz y amanece buen
día. Voy a decir la misa a Madonna con buen número de gente y les
animo a dar gracias a Dios por el mes que comenzamos y lo hacemos en unión con
María la madre de Jesús.
Voy pronto a ver al mecánico y le espero un rato antes
de que llegue a su taller. Me habla de que ha encontrado la pieza que nos puede
servir, pero el precio me parece demasiado caro. Les digo que sigan tratando de
rebajar el precio y me voy a rezar a la cárcel. En el camino me piden el
permiso de conducir y mientras lo busco ven que no tengo en el parabrisas
alguna cosa que suele estar pegada… La realidad es que se ha despegado y la
tengo en otro sitio, pero que no puedo acordarme donde la he puesto, lo que
aprovecha la señora agente para echarme el perro y decirme que vayamos a la
sede de la policía.
Sin inmutarme conduzco el vehículo y cuando llegamos
aparecen los papeles que buscaba. Se los enseño, pero ya no me hace caso y me
dice que aparque y que entremos en el edificio.
Para esto ya le había dicho que si quería llevarme a
la cárcel que lo podía hacer directamente, que cada sábado voy a rezar con los
presos, pero ella estaba a lo suyo y convencida de que había encontrado a un
facineroso contumaz.
Cuando entrábamos en el edificio, yo le iba enseñando
los papeles y ella no hacía caso, pero apareció uno de los mandos y viendo la
situación le dijo que no tenía razón, que me dejara ir, cosa que aprovecharon
unos cuantos policías para hacerle coro y burlarse de la mujer. Además entendí
a alguno que le decía que cómo hacía eso con un cura, que si no se había dado
cuenta de que estaba aquí para ayudar a la gente… La pobre mujer se sintió
rodeada por un círculo de compañeros policías que le estaban acosando y en ese
momento se me ocurrió pedirles por favor que fueran caballeros con una dama…
Creo que tampoco se esperaban mi reacción y se produjo un momento de silencio
que aproveché para dar las gracias a todos y sonreír a la señora que se sintió
creo más aliviada.
Salí en el coche y fui directamente a la cárcel y les
conté la historia que acababa de vivir, lo que produjo una agradable sensación
y el ambiente se hizo positivo.
En la cárcel suelo estar alrededor de una hora y en
ese tiempo rezamos y les hago sugerencias sobre la vida que llevan de internos.
Y lo que me interesa mucho son sus comentarios y reacciones a lo que les digo…
Me hacen ver que ha cambiado el ambiente de relación, que ha mejorado mucho
porque les he invitado a tener a alguno de los compañeros como un amigo cercano
y además de que han cesado las peleas en el patio, me dicen que han invitado a
venir a rezar a los nuevos que llegan, cosa muy positiva para todos.
Me alegro de las iniciativas que han tomado, les
felicito y les animo a que sigan en ello, que es la forma de cambiarse ellos y
modificar el ambiente en el que viven y hacer que la cárcel sea menos cárcel
con nuestra colaboración. De esto ni pensar en tener fotos, lo mismo que con la
poli…
Llego a casa a la hora de comer y después me echo una
buena siesta. Sigo con la sensación desagradable del paludismo y aunque he
dormido, sigo con el sabor de boca amargo, los sudores fríos y el dolor de
cabeza, pero no por ello me paro, pues cuanto más ocupado estoy, menos me
acuerdo de lo que llevo conmigo.
Voy a Nagoyon, como cada sábado. La reunión de los
maestros se nos pasa comentando cosas de la escuela que viven los maestros y
que veo como positivo el que las comenten y el que compartamos entre todos.
Las parejas, reunión siguiente, se hacen esperar un
poco, pero los comentarios positivos son dominantes y las caras de satisfacción
se ven entre los participantes. Algunos se duermen… Y es que han estado
trabajando en el campo y en cuanto se sientan…
De vuelta a casa, en el camino, que cada vez se hace
más complicado, pienso en lo vivido con la gente y me siento contento y dando
gracias a Dios. Pero me despierta y me trae a la realidad el fontanero que está
en la finca y ha preparado un viaje de leña que llena la furgoneta y le
permitirá afrontar la semana sin preocupaciones de no tener qué comer.
En casa sin luz y con internet débil, me voy pronto a
dormir y logro descansar, pues la lluvia ha refrescado el ambiente.
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