Ayer pude trabajar por la noche, la luz iba y venía,
pero las baterías se cargaron y además de dormir pude también leer a ratos.
Me levanto temprano y salgo rápido para ir a Nagoyon,
donde ya está la gente esperando. Les digo que hoy no tengo prisa, que hay
alguien que va a decir la misa en Bo y así estoy libre de preocupaciones de
llegar a decir la segunda misa. Eso me permite tener tranquilidad y después de
la misa encontrarme un buen rato con los que están más implicados en la
construcción. Hay preguntas, inquietudes y deseos de saber qué vamos a hacer.
El problema es que el albañil no se siente seguro a la hora de hacer el
entramado del techo y espera a que venga su jefe, que se hace esperar y
mientras tanto los otros se preguntan qué hacer. Además nos hace falta arena y
falta madera que hay que transportar desde donde se ha cortado. Todo ello está
relacionado y espero a ver si en una labor de trabajo conjunto podemos
coordinar las cosas para hacerlo entre todos y en poco tiempo, pero quizás
pueda ser la semana que viene.
Vuelvo con los estudiantes que vienen a clase y otros
que vienen a Bo con sus garrafas de aceite rojo para vender. Tenemos un rato de
reunión y trato de seguir a los carpinteros y pintores que han venido y están
reparando alguna zona de las ventanas o pintando techos.
También el cocinero tiene su rato conmigo y hoy parece
que las cosas van un poco mejor que ayer.
Después de comer se suelta a llover de tal forma que
no merece la pena pensar en ir a los pueblos, pues el camino está mal y no vas
a encontrar a la gente así que tranquilamente lavo algunas cosas en la máquina
de lavar y leo y preparo cosas para la semana.
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