Se ha pasado la noche lloviendo, pero por la mañana
escampa y se puede transitar el camino hasta Nagoyon donde me encuentro con el
grupito de gente ferviente que madruga y mucho. Juntos celebramos la
eucaristía en la fiesta de Santiago.
El regreso es apretado, pues quiero no estar tarde
para la siguiente misa en Madonna donde hay un nutrido grupo. Aquí sin
problemas de tiempo, comparto algo de la vida de Santiago, aunque lo de la
tradición en España lo dejo para otro momento.
Han venido unos cuantos conmigo en el vehículo y les
he dicho que les puedo volver por la tarde, pues levaré las chapas que quedan.
También me llama el jefe de los albañiles que viene y aprovecharé para hacer
varias cosas al mismo tiempo.
Ha llovido durante la mañana, el coci ha ido al
mercado y después he hablado un buen rato con él. No veo que hagamos muchos
progresos, pero por lo menos me sonríe y no sé si es que entiende o porque no
entiende nada se sonríe… Misterios africanos.
Cargar las chapas en la tienda nos cuesta una hora de
espera hasta que al final estamos pasados por agua, pero nos ponemos en camino
y lo que más me llama la atención es que pasando y con lluvia, me hacen señales
desde un lado y cuando me paro, un grupo de chavalitos jóvenes se sube a la
parte de atrás del vehículo (dentro vamos llenos) y están contentos a pesar de
la lluvia abundante… Han encontrado alguien que les va a ahorrar diez
kilómetros de andar por el barro, y están encantados.
En la construcción las cosas avanzan lentamente, pero
avanzan y espero que para el fin de semana las chapas puedan estar puestas y
algo que está con el techo ya da una sensación muy diferente.
Me vuelvo acompañado por una de las maestras de la
escuela… No sé para qué he preguntado… Tiene tres criaturas y el marido se
acaba de ir con otra… Así andamos por aquí.
Había luz, pero se fue y tampoco tenemos conexión. He
llamado a la compañía y… A ver qué sale para mañana.
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