Nos levantamos con luz y yo con un buen catarro. Voy a
decir la misa a Madonna donde hay un buen número de gente. En la parroquia
están preparados para ir a una ordenación de un cura en Kenema, una ciudad al
este de Bo y es que el que se ordena pertenece a nuestra parroquia.
No me siento muy en forma, pues además del catarro hay
otras pequeñas complicaciones que me hacen preferir estar en casa, pero no por
ello renuncio a mis ocupaciones. Como cada sábado hago la limpieza y después
voy a rezar a la cárcel.
Hoy la experiencia ha sido con un reverendo que es
capellán y que me recibe un tanto de uñas. A lo que aplico dosis de paciencia y
buena cara y, una vez que estoy dentro el buen hombre me acompaña un rato.
Luego sigue un trabajo de reparación de una erosión provocada por el agua de la
lluvia, pero que le permite escuchar lo que pasa en el sitio donde estamos
rezando. Todo el rato he estado animando al personal y en mi interior tenía la
certeza de que podía ser la última vez que fuera a rezar con ellos, pero ni
siquiera eso les he comentado, yo a animarles, a sonreír ante los problemas y,
cuando salíamos, el reverendo ha venido hacia mí, me ha felicitado, me ha
llevado donde el jefe que permite la entrada y le ha dicho que puedo venir
libremente siempre que quiera a rezar con la gente de la cárcel… La verdad que
no me lo esperaba, pero así vienen las cosas y lo que puedo hacer es dar
gracias a Dios que me permite tener esta experiencia tan motivante, pues el ver
sonreír a la gente en la cárcel no es algo que pase todos los días.
Viene el fontanero y trata de reparar una avería que
ya lo ha intentado varias veces y luego me ayuda en el trabajo de ordenar cajas
en el almacén. Comida, siesta y partir hacia los pueblos es la siguiente
acción.
Hoy en los pueblos ya contaba con poca gente, pues
algunos han ido a la ordenación. Los maestros han estado muy reducidos pero el
trabajo de compartir ideas y experiencias, además de intentar evaluar lo que
hemos hecho durante el año ha sido agradable.
Las parejas se hacen esperar, pero al final llegan
algunos y la experiencia es positiva. Todos dan gracias porque viven en paz y
les animo a que sigan visitando otras parejas.
Vuelta a casa pasando por Tikonko, donde el jefe y su
mujer están de fiesta, celebran el aniversario de la boda y tienen muchos
invitados. Paso a felicitarles y desearles buena fiesta.
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