Salgo lo más pronto que puedo y voy a Nagoyon donde ya
me esperan algunos rezando. Llevo las cosas para la máquina de cortar madera y
comida para los que van a transportar madera. Hay un buen grupo de gente que ha
venido a rezar y en cuanto acaba la misa salgo de estampida para no llegar
tarde a la cita siguiente en la parroquia. Estoy bien escoltado por los que
aprovechan el viaje, alrededor de una decena.
Llego justo a tiempo. La gente esperaba con paciencia.
Les saludo y les traigo las noticias de la gente de Nagoyon y alrededores. Creo
que es importante el sentirnos unidos a otras comunidades y creyentes.
El catarro sigue y siento el cansancio, pero me
impongo trabajar en la legua y leo el evangelio en mende. Me cuesta, pero veo
que voy progresando en la lectura. Cuando me siento cansado, descanso un rato,
me distraigo y sigo en el trabajo.
Sigo también el trabajo con el cocinero y por lo menos
trae escritas las cosas, algo que para él es mucho esfuerzo, pues leer y
escribir no es cosa que domine y yo le animo a hacerlo y no como un castigo,
sino como un estímulo para que se supere en su vida.
He dormido un buen rato la siesta y luego el fontanero
me dice que no está en forma para hacer un trabajo en la finca y lo dejamos
para mejor momento. Voy a darme una vuelta por el mercado y compro unas cuantas
cosas que necesito.
Tenemos luz y hay conexión, aunque débil, que me
permite enterarme de lo que pasa por el mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario