Como
cada mañana me levanto temprano, pero hoy tengo prisa porque la misa es en
Nagoyon y el viaje es largo. Llego antes de la hora y con varios que he
encontrado en el camino. La gente va llegando, incluso algunos vienen tarde.
Comprendo la situación, vienen de otros pueblos y hoy está nublado y no tienen
reloj, pero vienen y están en la misa y en el trabajo.
Vemos
las cosas que les pueden hacer falta y les pido que traigan arena, algo que se
les hace cuesta arriba pues piensan que la que tienen cerca no es de buena
calidad, pero el albañil nos lo dijo muy claro que valía para el trabajo.
En
casa la vida se va animando. Van llegando los primeros grupos para organizar
las cosas, en particular el encuentro de jóvenes que tendrá lugar al mismo
tiempo que la ordenación y el ambiente es el del moverse nervioso por todos los
sitios antes de la llegada de la fiesta.
Tengo
un cierto problema de lumbago, pero trato de hacer los ejercicios aconsejados
para el tema y salir adelante en la situación. Por la tarde voy a ver el camión
en el garaje y sigue sin las ruedas; además la lluvia se hace sentir y no creo
que trabajen mucho en él hoy.
Voy
a rezar a Mattru. Tengo tiempo suficiente y me paso un rato leyendo en el
interior del vehículo, pues la lluvia se hace presente en diversas ocasiones,
no largo rato, pero sí intensa. En el pueblo no tienen prisa en rezar y cuando
pensaba en volver a casa de vacío, pues no veía a nadie, alguien toca la
campana (un trozo de hierro en el centro del pueblo, lejos de la iglesia) y
aprovecho para informarme del sitio en el que se reza. Van llegando sin prisa y
cuando empezamos no somos muchos, pero con la lluvia no se puede pedir más. Uno
de los animadores se sienta cerca de mí y percibo el olor a la bebida. Durante
el rezo duerme bastante rato. Llegamos a ser una treintena, muchos de ellos
niños que también se duermen durante el rezo. Les doy la estampa que les suelo
dar y les animo a que desde sus casas sigan rezando a la Madre que siempre está
cerca de nosotros.
Vuelvo
como de costumbre acompañado por viajeros y en casa no hay luz, pero sí algunos
más que van llegando, en particular ha venido un grupo de Liberia, una veintena
con dos salesianos y un monitor voluntario alemán.
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