Amanece
un día despejado y claro de sol. Voy a Madonna para la misa, mientras ya se va
preparando en casa el ambiente de celebración de la primera misa del que fue
ordenado el viernes. Cuando vuelvo de la misa en la otra parroquia, aún están
en la homilía y la misa en casa es larga, y la gente se lo toma con calma.
Recorro los alrededores de la iglesia donde los que están fuera siguen la misa
y voy saludando a los conocidos.
Después
de la misa, unas cuatro horas, cada uno va a su sitio para la comida y se
desata una buena lluvia, que siempre es signo de bendición y hoy también
acompaña al misacantano en la acción de gracias. El ambiente es de fiesta y las
cosas se suceden en la calma.
El
provincial y los que con él vinieron regresan a Lungi, esta vez les lleva
Sergej, mientras Joseph se las entiende con lo que queda del trabajo, además de
una misa de funeral por alguien de la parroquia que será enterrado mañana.
Tengo
tiempo para visitar al mecánico quien me promete que mañana el camión estará
disponible para la primera prueba y quedamos en ello para por la mañana.
El
tiempo se ha serenado, estoy un buen rato con los que han venido de Liberia a
la reunión de los jóvenes y veo la calidad de su oración y cómo están bien
organizados. Los que han venido son unos pocos dentro de un amplio movimiento
de jóvenes, cosa que por aquí aún no tenemos organizada. Los demás jóvenes han
partido cada uno por sus medios a destino.
Por
la noche en un momento que me encuentro con Joseph le siento cansado, cosa
normal después de los trajines que se ha traído y le animo, pues durante esta
semana le esperan aún unas cuantas cosas más.
La
conexión no es buena, pero por lo menos puedo seguir las noticias.
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