Después
de la tempestad viene la calma. Voy a rezar a Mattru y los que vienen cargados
con mercancías me advierten que hay un árbol cruzado en el camino. Como es de
noche y no se ve, llego hasta donde ha caído el árbol y desde allí me voy a
pie hasta el pueblo para rezar con el grupito de los regulares. A la vuelta,
ando de nuevo el camino y ahora que es de día tomo unas cuantas fotos. Ayer
hubo tormenta y el aire tiró un árbol que cayó sobre el camino. La gente rodea
el obstáculo y las motos escalan y descienden el terraplén descargando y cargando
pasajeros y mercancías.
Cuando
vuelvo los de Liberia han emprendido viaje y está Emmanuel, cura salesiano que
está en la capital, pero que les ha traído ayer y se ha quedado descansando un
poco porque tiene malaria.
Tenemos
reunión de comunidad y hacemos un poco la evaluación de lo que han sido estos
días y las diferentes actividades. Hay luces y sombras y en general se ve lo
positivo mucho más que lo negativo que habrá que intentar mejorar.
El
resto de la mañana lo paso en adoración en la iglesia, lo mismo que un buen
rato de la tarde, antes de visitar al mecánico y ver que el vehículo todavía no
ha llegado al garaje y luego voy a decir la misa en Madonna, donde hoy hay unos
poquitos más y a quienes animo a venir con más gente a partir de las lecturas
que hemos escuchado.
Como
me queda tiempo, voy de nuevo a Mattru a rezar el rosario, que lo hacen por las
casas y lo del árbol de la mañana ya está despejado y paso sin dificultad. Hay
un grupo de gente que está cansada del trabajo del campo, pero que vienen a
rezar, además de buen número de críos.
La
vuelta a casa cargado de gente que encuentro en el camino que vuelven a Bo y
que agradecen el paseo que les ahorro. En casa tenemos luz, pero no
dura mucho tiempo y la conexión deja bastante que desear, pero por lo menos he
podido enviar dos correos, aunque el skype no funciona y recibir correos es
problemático, pero eso es lo que hay.
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