Hay
luz y podemos celebrar la oración en la capilla. Después voy a Madonna donde
hay un buen grupo y a quienes invito a que vengan con otras personas, lo mismo
que escuchamos como sugerencia en las lecturas.
El
desayuno es movidito, pues hay gente que va y viene y los últimos grupos de
jóvenes que se preparan para el regreso. Y sin acabar de esto, ya tengo al
mecánico que viene con el vehículo y salimos en busca de la arena. Paso antes
por Nagoyon y dejo los víveres para la semana que no había podido dejar
primero.
El
viaje hasta el río ha sido bueno y sin ningún percance. Tenemos montones de
arena para elegir y en cuanto nos decidimos comienza la carga. Y a partir de
aquí comienzan los problemas, pues en cuanto quiere arrancar, un neumático no
responde y, claro, el de repuesto tampoco está en forma y hay que venir a la
ciudad a reparar el neumático y a comprobar que en Bo no hay
neumáticos de la medida del neumático del camión… Reparado el neumático en Bo,
volvemos a buscar el camión, se repone la rueda y se vuelve a cargar, como la
primera vez y, contentos emprendemos le viaje de regreso.
Hay
un cierto problema para salir de los hoyos cercanos al río, pero después
venimos a buena velocidad una parte del camino, hasta que en una de las
cuestas, se rompe una pieza de la caja de cambios y el vehículo queda
entrampado en el camino de forma que no hay manera de pasar.
Vuelta
a buscar gente para descargar la arena y empujarle de forma que quede aparcado
en la orilla del camino hasta que vengan a buscarle con la grúa. Eso será
pasado mañana, pues el mecánico tiene comprometido el día de mañana y no lo
puede hacer.
Esto
nos ha llevado toda la tarde y la noche se ha echado encima. Por suerte estoy
cerca del camión con el coche que utilizo para los pueblos y soy el que busca,
recoge, transporta y vuelve a su sitio a los que han venido del pueblo para
maniobrar con el camión. Aquí los camiones suelen ser viejas carcasas y sobre
todo en el momento del arranque y en las cuestas, que es un momento en que no
tienen fuerza suficiente, los que están alrededor tienen ya la costumbre de
empujar, y esto parece ser que es algo muy usual, pues se hace sin esperar a
que se organice. Los que están cerca, se arriman al vehículo y empujan con toda
naturalidad y creo que son bastante eficaces.
He
tomado unas cuantas fotos, pero como era ya contra tarde y había poca luz, no
sé la calidad que tendrán.
En
el camino, la gente que vuelve de los campos, reconoce el vehículo y sigue
pidiendo que se les traiga a casa, lo que hago encantado, simplemente por ver
la sonrisa que tienen en la cara.
Dejo
al mecánico y a los aprendices en su taller y vengo a casa. No hay luz y
encuentro en ell comedor al misacantano hablando con el clérigo. Joseph tiene
una reunión con una pareja y Segej ha tenido problemas con el vehículo y no ha
venido. Llevo a Augustine a su casa y cuando vuelvo y estoy resignado a ponerme
a leer en el libro electrónico, aparece la luz, lo que me permite cargar las
baterías del ordenador, teléfono, cámara de fotos, linternas…
Hoy
no hay conexión, así que noticias, para otro día.
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