En la parroquia han organizado una sola
misa y será larga y concurrida, pero yo tengo los pueblos y sigo lo de cada
semana, Nagoyon el primero, donde hay una buena asistencia y nos vamos
ambientando para la hora de trabajar en la escuela para plantar árboles. La
realidad es que todo está unido y no podemos separar el trabajo de la semana de
la oración del domingo y sabiendo que en medio de nosotros está el Espíritu que
nos anima.
En Tikonko las cosas van en su cauce
normal. Han comenzado a rezar el rosario antes de la misa y hoy hago la
aspersión del agua como final del tiempo de pascua. Hay bastante buena
asistencia y se va creando ambiente de comunidad, algo que espero siga
aumentando cuando tengan que hacer algún trabajo en común.
Towama es el tercer sitio de la mañana y
presento la experiencia que he vivido con las parejas de los otros pueblos, a
ver si también aquí hay parejas que se deciden a rezar en común y a encontrarse
con otras parejas. Esperemos que el Espíritu que hoy nos visita, nos impulse en
el camino. Al final de la misa hay un encuentro en el que me dan información
sobre lo que quieren construir como iglesia. En casa en un rato de silencio
después de la siesta, leo lo que me han entregado y veo que es algo coherente y
pienso que estará bien hecho.
En la comida ni nos encontramos, cada uno
anda por su lado y yo, después de comer y de echar un rato la siesta, leo y
estudio un presupuesto y a continuación voy a Towama para rezar el rosario, que
hoy es en la capilla y que seguimos en la misma tónica, menos de una docena de
personas.
Después visito Tikonko, voy donde la
pareja que han comenzado a rezar juntos y no están en casa, pero más tarde nos
encontramos en el rezo del rosario donde Abu, el catequista se hace esperar un
rato y la asistencia llega a la cuarentena… Digo esto porque cuento las
estampas que reparto al final de la oración.
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