Lunes, pero estamos medio de fiesta, pues
se celebra la de ayer que cayó en domingo… Después de la misa el profe me da un
buen rato de clase aprovechando que mañana estará de viaje.
El desayuno es algo que se retrasa, pues
hay gente que quiere hablar con unos y con otros y, como es fiesta, las cosas
se toman con calma. Después del desayuno tenemos un rato de reunión, salvo
Samuel que se ha sentido indispuesto repentinamente.
Acabada la reunión Joseph se prepara para
salir de viaje, va a ir a Lungi y yo estoy esperando la visita de Marcos, el
cooperante que trabaja en el norte del país y que piensa estar con nosotros el
año que viene. Viene a vernos con su madre y su novia, que han venido de España
a pasar unos días y a conocer el ambiente en el que Marcos trabaja.
Cuando llegan estamos en casa todos y les
recibimos con alegría. Después de los saludos y las presentaciones, damos una
vuelta por la casa para que la conozcan y vean entre otras cosas la necesidad
que tiene de ser reparada. La estructura de la casa les gusta, pero reconocen
el trabajo que es necesario hacer, algo que nosotros también somos conscientes
de ello.
A continuación nos damos una vuelta por
los alrededores y salimos a ver la ciudad en donde las mujeres se paran a
comprar cosas en el mercado. Me llama la atención el gusto y la vista que
tienen para comprar, pues han echado el ojo a una especie de manta hecha a mano
y bien acabada, que no me esperaba encontrar en el mercado. Les he ayudado en
el regateo, pero no mucho, pues les parecía muy barato ya el precio que les
habían dado.
Luego fuimos a un bar a beber algo y nos
sentamos a comer unas latas que había preparado pensando si íbamos a algún
pueblo o cerca del río. Nos pasamos un rato agradable. Las mujeres siguieron de
nuevo recorriendo el mercado, mientras Marcos y yo hablamos de las opciones que
ve que se le presentan. No está decidido a dejar el sitio donde trabaja y se
sigue preguntando si venir aquí es lo mejor que puede hacer. Me lo presenta así
y le digo que es él quien tiene que decidir. Yo le ofrezco el que venga y que
trabajemos juntos, pero la decisión última es él quien la tiene que tomar y le
digo que sea libre en la elección, algo que creo que tendrá que seguir pensando
y sopesando. Yo le he dicho que seguiremos siendo amigos, tome la decisión que
tome y que rezaré para que la voluntad de Dios se cumpla en nosotros, que creo
que es lo mejor que nos puede pasar a todos.
Cuando hemos acabado nuestra charla vienen
las mujeres del mercado, cansadas, sudorosas y sedientas. Nos tomamos juntos
una botella de agua y salimos hacia los pueblos que quieren conocer. Esta vez
no han encontrado nada que sea de su gusto… Y no me extraña, pues no he visto
cosas de artesanía local por aquí como se encuentran en otros sitios.
Vamos a ver la escuela de Balei y pasamos
por Tikonko. Por lo menos que puedan ver un poco por encima lo que es el
terreno y donde trabajamos. En la escuela hay un grupo de críos que se
presentan de inmediato y el ambiente es
agradable y el calor abundante, pero a la sombra se puede aguantar.
La hora se nos ha echado encima y tienen
que pensar en volver a destino. Se han comprado un frigorífico y están
contentos de lo que han encontrado, pequeño y coqueto.
Les damos unas cuantas cosas que tenemos
de lo que ha venido en el contenedor y Bárbara, que es una buena cocinera,
manifiesta su experiencia a la hora de elegir los productos. Nos despedimos,
les deseamos buen viaje y hasta la próxima.
Me da tiempo para ir a rezar el rosario a
Towama, donde sigue sin haber mucha gente y luego a Mattru, donde les quiero
advertir que el miércoles por la mañana no podré venir a rezar, ya que tengo la
misa en casa. No hay mucha gente y los responsables tampoco han venido. Por lo
menos les dejo el mensaje y espero que se lo transmitan, pues el teléfono que
he intentado utilizar, tampoco funciona hoy.
El resto de la tarde noche no tiene nada
que reseñar, si no es lo de siempre, que seguimos sin luz y la conexión es
lenta y a ratos.
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