Hemos pasado la noche sin luz y así
estamos por la mañana. Ha llovido por la noche y sigue lloviendo ahora. Voy
temprano a rezar con la gente de Nagoyon. Están a la hora y son muchos. Después
tengo un rato de reunión con los maestros en la escuela y les hablo de la
motivación en ellos y en los alumnos. Me siguen con interés y me dicen que es
importante lo que les digo y que les ayudará en su trabajo. Volvemos sobre el
tema de la titulación y les digo que espero que el colegio en Bo esté operativo
y sea reconocido de forma que nos pueda hacer el servicio que esperamos.
Cada vez hay más gente que intenta entrar
en el vehículo. Hoy estaba a rebosar y donde unos se bajan, otros intentan
subir, y es que en las lluvias las motos son difíciles de encontrar y todos
aprovechan el vehículo que pasa.
En el viaje de regreso, me paso por el
sitio en el que trabajan los del pozo. Allí están con la tarea casi acabada y
con la disposición para el trabajo que hacen, algo muy de agradecer en esta
situación en la que encontrar gente que trabaje en equipo no es lo normal de
cada día.
En casa están a punto de salir los que van
de viaje, Joseph, los trienales y los postulantes, con lo que me dejan solo y
aprovecho para poner cosas en orden y después de la comida y la siesta darme
una vuelta por los alrededores y recogerme en cuanto empieza la lluvia, que de
forma intermitente nos acompaña por la tarde.
Tengo tiempo para organizarme, leer, rezar
y recibir a quien me viene a visitar, en particular un catequista con quien he
estado largo rato hablando. Poco a poco voy intentando comprender la forma de
ser de la gente de aquí y no sólo su ser, sino también su forma de actuar, que
a veces no te resulta lógica y pienso que la experiencia de la guerra ha
cambiado muchas cosas y que tengo que tener paciencia y comprensión con ellos.
Imagino que también ellos la tendrán que tener conmigo…
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