Voy a rezar a Matru, donde está presente el grupito de
costumbre. Sigo esperando que me presenten el grupo dispuesto a hacer catecismo
y seguimos en las mismas, así que nos toca seguir esperando.
En casa, después del desayuno, toca estar presente en la
iglesia, pues es el día de la adoración. Por la mañana hay poca gente. Por la
tarde aparecen algunos más. El grupo de la adoración está rezando durante más
de dos horas y en la misa seguimos siendo el grupito reducido de otras veces.
Por lo menos algunos van viniendo regularmente y también hay quienes se acercan
al confesonario.
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