Ha llovido durante la noche y hemos estado
sin luz, por lo que toca hacer el aseo con la linterna y a tientas.
Salgo lo antes que puedo para los pueblos,
pues el camino está cada vez más deteriorado. Llevo un cargamento de víveres de
los que llegaron en el contenedor que serán para los maestros de la escuela y
en cuanto los descargo, el vehículo se llena de gente.
Están presentes para la misa un rato
antes, lo que me permite comenzar con adelanto y tener holgura al acabar. Hay
gente fuera de la iglesia, pero como se ha puesto a llover durante la misa, han
tenido que entrar y si estábamos justos, ahora estamos apretados. Hay más de
cien en muy reducido espacio y es el sitio que necesita un nuevo edificio para
rezar y otras actividades.
En Tikonko la iglesia está abierta y hay
algunos elementos que preparan los cantos. Comenzamos a la hora y otros van
llegando más tarde, por lo que al final el número es aceptable. La misa es sin
novedad y en los anuncios les hago ver que, aunque vaya de vacaciones, la
oración y el catecismo es algo que deben continuar. Hoy han estado presentes un
buen número de niños, pues les he hablado que si quieren una escuela y empezar
por el jardín de infancia, es necesario que los niños que vengan sean los de
los cristianos que vienen a rezar con nosotros, y creo que lo han comprendido.
A Towama llego justo, pues el camino es
penoso. Hay un buen número pero siguen siendo muchos los que llegan tarde,
entre los del coro en particular, pero vale más tener paciencia, pues no hay la
persona que les dirija.
Después de misa tenemos reunión de los
líderes y personas mayores de la parroquia, que el responsable de la comunidad
dirige con aplomo y sabiduría. Da una información económica bastante buena y
aceptable. Se habla del problema del techo que acaban de cambiar y sigue con
goteras y es que encontrar un profesional competente y que haga bien las cosas
parece ser que no es moneda corriente por aquí.
Llego a casa casi a las dos y Joseph está
preparado para salir hacia Lungi a buscar a un nuevo trienal que viene y llevar
de paso a las mozas que han venido a visitarle. Después de la despedida, me
tomo un poco del arroz que nos han dado en los pueblos y duermo la siesta para
recuperar fuerzas.
Ha venido la luz y me paso mucho rato en
el ordenador preparando fotos, pues también la tarde se ha metido en agua y no
da para mucho más que para estar en casa. A la hora de la oración ya se ha ido
la luz de nuevo y con las velas como antorcha, rezo un buen rato en la capilla
agradeciendo a Dios el día y el mes que se acaban y pidiendo ayuda para el que
viene.
El guardián tarda en venir y está calado y
sin ropa para cambiarse por lo que le doy una de mis camisetas, además de
compartir el arroz que me han dado en los pueblos, lo que le hace sentirse
contento y me da las gracias.
Me voy a dormir esperando que la luz
venga, cosa que hace hacia media noche y
aprovecho para hacer la crónica y acabar con el trabajo de las fotos.
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