Me levanto temprano y salgo de casa a las
cinco, pues ahora recorrer los diecisiete kilómetros al pueblo me lleva
cincuenta minutos, el doble de lo que me levaba hace un par de meses. El
recorrido es sin problemas y les encuentro rezando el rosario. Otros van
llegando y la asistencia a la misa es numerosa. Después me encuentro un momento
con los maestros y la vuelta es, como suele ser ahora, lleno de gente que
viaja, incluso quien tiene la bici averiada y la trae para reparar en la
ciudad.
El camino lleva su tiempo el recorrerlo y
donde unos bajan, otros suben y siempre estoy bien acompañado. Hoy viene Daniel
que sigue con los jaleos de los papeles de los terrenos y rezamos el rosario en
mende en el viaje.
En casa la mañana la paso al lado de la
máquina de las formas. La experiencia es bastante positiva, pues he sacado unas
ciento cincuenta formas grandes cocidas y cortadas. Incluso he llevado unas
pocas al obispo como regalo de los primeros frutos, pues hacía tiempo que
esperaba el que la máquina empezara a funcionar.
Por la tarde he seguido la experiencia,
pero el resultado ha sido muy distinto, y creo que ha sido por poner un paquete
de harina que estaba viejo. No he logrado hacer las obleas más que al
principio. Después todas se rompían… Y me parece muy buena experiencia y
siempre aprendiendo. Y limpiar las cosas me ha llevado tanto como el resto de
operaciones y aún me queda algo para mañana. Creo que el resultado ha sido
positivo y a ver qué sale mañana, pues hoy he hecho sólo formas grandes.
Por la tarde tenemos luz, pero luego se va
y estoy escribiendo la crónica con la batería que le queda al ordenador.
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