Tenemos luz y da gusto poder hacer el aseo sin necesidad de
la linterna y viendo lo que haces. De todas formas, disfrutar es libre elección
y lo puedes hacer siempre que te lo propongas. En la capilla estoy un rato de
oración en el que me siento a gusto, antes de ir a la iglesia para la misa con
los que han venido, que no son muchos, pues hay ordenaciones luego y algunos
van a participar en la ceremonia.
Después del desayuno preparo algunas cosas par la tarde y
vamos hacia la iglesia que tienen los espiritanos en la salida de la ciudad
hacia el este. Llegamos con cierta antelación y hay sitio para aparcar y tiempo
que dedico a rezar.
Cuando viene el obispo vamos a saludarle y veo que nos
acoge con aprecio a los salesianos que estamos juntos. La ceremonia comienza
puntual y la cosa está bastante bien organizada. Hay sitio suficiente para los
presentes y las cosas siguen a buen ritmo. Intento centrarme en lo que
celebramos y revivir lo vivido hace ya muchos años y así estar en la ceremonia
en cuerpo y alma.
El tiempo se va pasando y los protocolos después de la
ceremonia son largos, lo que me permite hasta echarme una cabezada. Acabamos
más de las dos y el problema ahora es para salir con el vehículo, pues el
desorden y la desorganización hacen que cualquiera aparque donde puede y mejor
le parece y ahora salir es poco menos que una proeza.
Cuando llego a casa ya son casi las tres y, después de
comer un poco, salgo hacia los pueblos, que ahora lleva tiempo el recorrer el
camino. En Tikonko hay parejas que me esperan y juntos vamos a Nagoyon donde
nos visita la lluvia, pero no nos impide hacer la reunión. Las parejas avanzan
en número y calidad y, aunque algunos de los que suelen venir siempre no están,
otros se hacen presentes, y las cosas van en positivo. Se ve que se avanza,
aunque a lo mejor quisiera que fuera más rápido, pero lo que hay es bueno.
En Tikonko no tenemos gente para el catecismo y, después de
esperar un rato y ver que no se presentan, decido venir a casa. Hay quienes me
siguen para sus asuntos en la ciudad. El camino está mojado, pero no muy
complicado y el vehículo responde.
Joseph tiene la visita de un cura de Ghana que conoce y
salen a dar una vuelta y a casa de conocidos. Yo estoy con cierto cansancio y,
como la luz nos ha dejada, también me acuesto pronto, no sin antes consultar el
correo y las noticias, aunque la conexión es mala.
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