Amanecemos con lluvia, algo que es normal
en el momento en el que estamos y eso hace que no mucha gente esté presente en
la oración de la mañana. Después de misa tengo un rato de clase con el profe
que está también preocupado por otros asuntos y quiere que le eche unas cartas
en el correo en España… Nos podemos dar cuenta de cómo andan las cosas del
correo por aquí…
Participo en una reunión en el obispado
durante dos horas. Es un grupo de consultores del obispo y se tratan temas
relativos a la diócesis. Después hay una misa en la catedral por un cura que
falleció en la capital y que ahora trasladan los restos al cementerio de aquí.
Por la tarde toca pueblos y con suerte
varia. Salimos de casa con sol, pero a medio camino la lluvia nos alcanza y
cuando llegamos al pueblo la gente está segura de que no voy a venir a cuenta
de lo que llueve, por lo que les cuesta hacerse presentes. Les espero durante
una hora y luego quieren que me quede más tiempo, pues la reunión les resulta
interesante, pero les hago ver que también tengo otro pueblo y que el camino es
largo y difícil. Tengo la impresión de que no son capaces de controlar bien sus
reacciones, pero es lo que tenemos y con lo que hay que trabajar. Me pregunto
si la guerra no ha dejado desajustes.
En el pueblo siguiente hay unos cuantos
adultos y jóvenes que otras veces no solía haber. Unos han venido, a otros les
han invitado a venir y, después de un comentario del evangelio hay también algo
sobre la escuela a la que no prestan mucho interés. Por mi parte les hago ver
que estoy presente cada viernes para rezar y siempre que encuentro interés es
la gente me hago presente entre ellos para animar a los que están interesados.
No vengo a dar nada a quien no está interesado en ello. Creo que ha habido
bastante costumbre por parte de ongs y organismos de dar cosas sin pedir nada a
cambio y eso se nota ahora, pero no estoy dispuesto a hacer algo que pienso que
no es la forma de tratar a la gente.
El tiempo avanza y el camino es difícil
por lo que llegamos a casa más tarde de las diez, con lluvia incluida y con los
que hemos recogido ene l camino que estaban a pie y que me dan las gracias por
el transporte. Y así por lo menos me doy cuenta de que si en el catecismo no ha
habido un gran éxito, por lo menos a los que hemos encontrado en el camino, les
hemos hecho un favor por el que están contentos y agradecidos.
En la calle me encuentro a Joseph que
viene con tres chicas que conoció en Lungi y que han venido para el fin de
semana. Eran del coro de la parroquia y ahora estudian en la universidad y
vienen a pasar el fin de semana, aunque lo tendrán pasado por agua, pues llueve
en todo momento.
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