Me despierto temprano y es que la luna
ilumina la noche con su claridad. Voy a rezar a Towama y allí el cielo ya está
nublado y no me deja ver la luna. Hay varios estudiantes de la uni y la monja
les acompaña. Quieren hacer catecismo, pero ninguno tiene el libro, por lo que
les digo que se hagan con el libro que les he pasado y la semana que viene
comenzamos.
Tengo prisa porque como no está Joseph,
voy a decir la misa en casa y no quiero llegar tarde y el camino es difícil de
recorrer a cuenta de las lluvias que lo deterioran cada vez más, pero estoy en
casa a la hora y hay buen número de gente. En los dos sitios les he invitado a ser
los profetas que hemos escuchado en la primera lectura y la buena tierra de la
que habla el evangelio.
Después de misa voy a saludar a un grupo
de gente que se reúne para rezar en una escuela, es algo así como una comunidad
de base. Hay diferentes clases de personas, desde niños a adultos, mujeres en
particular y algunos jóvenes. Intentaré seguirles en lo que pueda y ayudarles a
aclarar los objetivos que tienen y se
proponen.
Vuelvo a casa, desayuno y Joseph vuelve
del viaje, Viene con una señora que trabaja en una agencia de viajes y es quien
le hace el trabajo de buscar billetes cuando necesita. La ha encontrado en el
camino y ha venido a visitar Bo, que no conocía.
También hablo un buen rato con el obispo
en su despacho, algo que había programado hace unos días, pero a causa de su
indisposición, lo hemos diferido hasta hoy. Hay varios temas que tratamos, en
particular la evangelización de los pueblos, de lo que se muestra muy
satisfecho por el trabajo que hacemos. También me habla de la estación de la
parroquia que nos da de nuevo para encargarnos de ella y propone fechas para la
ceremonia. Le digo que puede elegir, pues estamos disponibles cuando quiera.
Otras cosas de menor importancia nos entretienen un rato más. Está contento de
nuestro trabajo, nos anima a seguir y a él le veo recuperado de su malaria.
Antes de comer me llama el catequista de
un pueblo que ha muerto una persona esta mañana y me esperan para ir al
entierro, pues ya tiene todas las cosas preparadas. Se trata de un maestro que
tuvo una caída cuando iba en la moto con tan mala suerte que le afectó a la
cabeza. Le llevaron al hospital pero no pudieron hacer nada. Es alguien que
conozco y he tratado de cerca. Su mujer falleció el año pasado, posiblemente de
cáncer y deja varios huérfanos, todo un problema, pues parece ser que no hay
ayudas del estado para estos casos.
Hay mucha gente, como en todos los
entierros. Les digo palabras de ánimo a la familia y a todos que estemos
dispuestos para el momento que nos toque, pues eso siempre sucede de forma
inesperada.
Me piden que lleve el féretro en el
vehículo, pues es pesado y además amenaza lluvia. Se las apañan para instalarle
en el poco espacio que hay y así les llevo a los que han entrado con el féretro
hasta el cementerio.
Una sencilla oración acompañada por
algunos gritos de las mujeres, nos acompañan y rompen el recogimiento de los
asistentes que siguen en silencio el trabajo de poner el cuerpo envuelto en un
lienzo blanco en la tumba, pues la caja es sólo para el transporte al
cementerio.
Finalizado el responso, volvemos el
féretro a la casa mortuoria, saludos a los presentes, en particular al padre
del finado, muy mayor y que casi no ve. Les doy la colecta de la misa, pues les
puede ayudar mucho en este momento de gastos importantes y mañana, espero
encontrarme con ellos de nuevo en la oración de la mañana y rezar por el
difunto.
Luego voy a Towama, como suelo hacer cada
miércoles, pero no hay mucho que ver, y además la lluvia se prepara, con lo que
también me pongo en camino antes de que empiece, pues si te pilla en ruta
puedes tener dificultades… Y sigo recogiendo a gente que va a pie, un par de
estudiantes de la universidad y dos blancos que en cuanto les veo sé que son
mormones. Les sorprende que les invite a entrar en el vehículo y les lleve
hasta su destino.
También tengo tiempo para visitar la
parroquia en la que tengo unos papeles de los sacramentos que celebramos en
pascua y que aún no los han gestionado. Por lo menos el párroco, que hoy he
encontrado en casa, me promete que lo hará pronto.
La luz viene y se va y la conexión a
internet es débil, lo que no me permite hablar en el skype, así que paciencia y
a esperar mejores tiempos. También la batería del ordenador me dice que le
queda poca carga, así que mejor dejarlo para otro día y tratar de dormir, y si
viene la luz de nuevo aprovechar la ocasión.
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