Crónica de las experiencias vividas en Bo (Sierra Leona) por el misionero salesiano Antonio Gutiérrez
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martes, 29 de diciembre de 2020
PROYECTO PLANTACIÓN ÁRBOLES EN LUNGI (SIERRA LEONA)
miércoles, 21 de octubre de 2020
Caldo de Cenizas
domingo, 11 de octubre de 2020
Esta mañana…
Me levanté a la misma hora de todos los días y me dirigí a la parroquia donde tenía dos misas, pero a donde había invitado a la gente a venir a rezar el rosario por ser la devoción del mes de octubre. Y es que se ha pasado un poco desapercibido, pues las labores de la ordenación, que tuvimos el sábado pasado, nos han hecho dejar otras actividades y una vez que la ordenación ha pasado nos hemos dado cuenta de que hay que recuperar el tiempo perdido.
Durante la semana he ido ambientando la cosa para que
los que quieran participar en el rosario el domingo antes de las misas puedan
hacerlo y hoy, domingo, era el momento para ver lo que había como respuesta.
Tengo la sensación de que la parroquia es un sitio muy
interesante y que nos da la posibilidad de plantear muchos retos para los
participantes en ella y uno es la oración en los barrios y en las comunidades y
no quería que esto se pasara sin tenerlo en cuenta en el mes del rosario.
Cada domingo tenemos tres misas, siete, nueve y once.
Yo tenía las segunda y tercera, pero venía para rezar el rosario antes de la
primera que la diría otro cura.
Cuando llegué a la parroquia las puertas estaban ya
abiertas, pero la iglesia estaba desierta. Estaba amaneciendo, cosa que aquí
sucede muy rápido. Me acomodé en un banco y me puse a rezar esperando a los que
vinieran y el primero que apareció, un señor mayor acompañado de tres nietos.
Con ellos comenzamos el rosario y luego se sumaron algunos más. Concluimos el
rezo y, viendo que tenía mucho tiempo, pues no me tocaba decir la primera misa,
pensé en darme una vuelta y el sitio más socorrido desde la parroquia es la
playa, que está a escasos metros, pero que tiene sus retos.
El terreno en el que se asienta Lungi a lo largo de la
playa es un acantilado, pero que no es rocoso y las embestidas del mar hacen
que vaya cediendo con frecuentes desprendimientos, lo que hace que la franja de
terreno entre el mar y el pueblo sea cada vez más reducida y que árboles y
casas vayan sucumbiendo ante la fuerza del mar.
Llegar a la playa desde la parroquia es una cosa muy
sencilla, sólo hay que cruzar la vía que pasa delante de la iglesia, andar unos
cuantos metros y descender la pendiente que nos lleva a la playa donde hay una
serie de personas fijas en sus labores, desde los pescadores que a diversas
horas faenan con sus redes, hasta las mujeres que se dedican a recuperar
botellas de plástico venidas por el agua (la corriente del mar va de esta parte
y recoge los desperdicios de la capital, hasta los que cultivan sus huertas en
el espacio entre el acantilado y la arena que aprovechan el agua que rezuma
después de las lluvias y que suele ser duradera.
Me encontré con la sorpresa del desprendimiento y la
ausencia de bajada. Pregunté y me indicaron otra nueva vía un poco más alejada,
que me permitió presentarme en el escenario deseado.
Además de las personas indicadas, también me encontré
con unos perros que se hicieron mis amigos y con los que acabé
moviéndome y siendo admitido en un grupo de gente que con el fresco de la
mañana tiritaba un poco a la espera de la faena de tirar de la cuerda que trae
la red desde donde un bote la ha fijado por la tarde.
Ya había un grupo de esta gente que estaban tirando de
la cuerda, tarea larga y fatigosa y con ellos me entretuve y al final también
formaba parte de los que actuaban, pues era yo quien cobraba la cuerda tras el
tirón que los demás aplicaban a la red que venía desde el mar. Es fácil porque
se hace ayudado por uno de los árboles que hay en la zona y que tiene bien
marcadas las señales del paso de la cuerda.
Estuve un buen rato con ellos y me fui enterando de
informaciones que me daban. Conocían a los salesianos desde hace mucho tiempo y
estaban al corriente de lo que hacemos. Yo, como soy nuevo, me voy enterando de
lo que unos y otros me dicen.
Cuando se me hizo el tiempo les dije que tenía rezos y
me pidieron que rezara por ellos, cosa que les prometí y así lo hice
en las dos misas que he tenido esta mañana.
En la iglesia la primera misa se hizo un tanto larga y
pudimos rezar una decena del rosario antes de comenzar la segunda misa. En la
siguiente misa, ya me encargué de mirar la hora y tuvimos tiempo de rezar el
rosario completo. Además les animaba a hacerlo también por la tarde en las
casas o en los sitios de reunión.
En la homilía les hablaba de nuestras relaciones con
Dios que con frecuencia son más de servidores que de amigos, que hacemos las
cosas que están mandadas, pero que no llegamos a descubrir la bondad de un Dios
que nos invita a su fiesta y las ganas que tiene de festejar con nosotros y no
nos vemos como sus amigos… Dios nos llama a la fiesta de la vida, a participar
en su creación y en su Eucaristía … y a veces no somos muy conscientes de ello
y nos comportamos más que como amigos como servidores por un salario…
Terminada la misa, estaba empapado y me vine a casa
para ducharme y cambiar la ropa, no sin antes bendecir una nueva
moto de un parroquiano que la acaba de adquirir. Y en eso se me pasó la mañana.
Hay gente curiosa que quiere saber lo que haces
cualquier día. Hoy he contado lo que hice esta mañana y por la tarde me he
entretenido en ponerlo por escrito, no sin problemas, porque tengo el ordenador
que me falla y no logro abrir ventanas, utilizo las viejas, no puedo guardar,
lo hago a bote pronto y… espero que lo pueda enviar antes de que lo pierda…
Tengo que decir que rezo por vosotros, todos y cada
uno, lo mismo que hago cada día y lo mismo que hice esta mañana por los que
esta semana me han pedido oraciones y por los pescadores con los que me
entretuve en amena conversación esta mañana temprano.
Buena lectura a todos y los mejores deseos y las
bendiciones de Dios.
Antonio. Lungi, 11-10-20
martes, 6 de octubre de 2020
Una ordenación sacerdotal…
Se ha ordenado de cura un salesiano del país…
Vivimos tiempos revueltos, pero vivimos, y estamos contentos de lo que estamos viviendo y agradecemos a Dios los momentos que estamos disfrutando si pensamos en particular en la ordenación sacerdotal de Samuel, salesiano del país, que acaba de tener lugar este sábado, tres de octubre.
Las cosas estaban previstas y programadas para otro
momento, en el mes de julio, pero el virus que ha cambiado tantas cosas,
también nos ha hecho cambiar el programa y acabamos celebrándolo en octubre.
Primero porque Samuel, que estudiaba en Jerusalén, no pudo viajar para aquella
fecha y luego porque estando en cuarentena, las cosas no se veían claras y,
reunir a mucha gente para un tal acontecimiento siempre es un riesgo añadido.
Aunque en los partes del gobierno van apareciendo
contagios y muertes, creo que vamos por los setenta-ochenta muertos, de un
tiempo a esta parte parece ser que la cosa ha cesado y la realidad es que el
virus no está por esta zona, lo que nos da tranquilidad y un respiro a la hora
de encontrarnos en gran número.
La realidad es que hicimos previsiones para limitar la
asistencia, comenzando por pensar en unos doscientos, pero quién puede decir a
alguien que no venga a una ordenación, algo que sucede muy de tarde en tarde y
a la que todos quieren participar, como todos han contribuido a la
preparación…?
La preparación en todos los aspectos fue laboriosa y
los esfuerzos muchos. La colaboración de la gente muy buena y la participación,
numerosa. El péndulo me decía que no habría problemas de corona y así parece
que ha sido, pues nada hemos notado por el momento.
La ceremonia sobria y bien organizada, el obispo muy
bien en su oficio y en particular en la homilía, muy cercano y concreto; el
coro bien dirigido y el ambiente de oración y festivo como debe ser una celebración.
Hubo momentos para todo, desde el recogimiento
silencioso hasta el aplauso ruidoso, todo ello bien llevado y con buen ritmo y
la ceremonia no fue larga para lo que aquí estamos acostumbrados.
Al salir de la iglesia y después de unas cuantas
fotos, cada uno se fue a su sitio para el refrigerio y cada uno después a su
destino en espera de la celebración del domingo, la primera misa que fue en un
pueblo de la parroquia donde los padres del misacantano viven.
El tiempo muy en consonancia con la fiesta, soleado y
no muy cálido, lo que nos permitió una celebración no bañada en sudor y por la
tarde se puso un poco nublado presagiando que caería la lluvia, que siempre es
una bendición.
Al oscurecer ya lloviznaba y a medida que avanzaba la
noche la lluvia iba aumentando y amaneció con lluvia abundante, quizá una de
las últimas de la estación de lluvias que está a punto de finalizar. Y no
olvidemos que la lluvia es siempre una bendición y al acompañar a la
ordenación, doble bendición, por lo que damos gracias a Dios.
A la primera misa en el pueblo no pude asistir, pues
tenía que estar en otra parroquia, pero me han dicho que la lluvia cesó antes
de comenzar la misa y volvió un poco después de acabarla…
Un detalle bonito. Desde Bo, a doscientos cincuenta
kilómetros, se presentó Daniel, alguien a quien he tenido muy cercano el tiempo
que estuve por allí y se presentó con su hijo, que era el monaguillo cuando
decía la misa en el pueblo, para que vea y aprenda, pues pienso si un día él
puede ser también como Samuel, esto es lo que me dijo… Antes de irse, nos
despedimos rezando en mende, su lengua, dando gracias a Dios por lo vivido y
pidiendo que a cada unos nos ilumine el camino a seguir.
También vino un grupo de gente joven que habían
conocido a Samuel y con los que yo había tenido también contacto. Me agradó que
varios vinieron donde mí a confesarse recordando las experiencias vividas
anteriormente con ellos.
Las vivencias han sido muchas y no todo es posible contarlo.
Quede esto como testimonio de lo vivido estos días y a lo largo de la
preparación y mi acción de gracias a Dios por todo lo que hemos disfrutado y
recordado.
Las fotos no son muy buenas, pero es lo que tengo y lo
que he podido sacar desde mi puesto privilegiado y sin necesidad de moverme de
un sitio para otro. Creo que nos dan la imagen de lo que buscamos.
Gracias a todos y una oración por Samuel. 6-X-20
viernes, 25 de septiembre de 2020
El niño de la calle que pedía juguetes…
He estado unos días en el nuevo emplazamiento que tenemos de los niños de la calle a
las afueras de la capital y, además de aprender mucho, también he tenido una relación
de afecto con ellos a la vez que me voy enterando entre lo que unos y otros me
cuentan, de la situación concreta de cada uno de los que están presentes en el centro
y hay variedad de estilos y enfoques.
Hoy quiero venir sobre una historia en particular, se trata de un crío de unos diez años
con características bastante especiales y un cierto retraso general. Y traigo este caso
porque me impresionó la forma en que pedía juguetes…
Estaba con Jorge, el salesiano que está al frente del centro, y se acercó uno de los
monitores con el niño y comenzaron la conversación referente a que ya había estado
el tiempo suficiente en la acogida y ahora le tocaba volver a casa para su reintegración
en la familia.
El niño estaba un tanto ausente en la conversación que Jorge mantenía con el monitor
y una señora, imagino su abuela, pero entró de una manera mu y activa cuando Jorge se
dirigió a él preguntándole si estaba dispuesto para la vuelta a la familia. A lo que
respondió con mucha claridad “sí, pero necesito juguetes”.
Me sorprendió la respuesta y después tuve la ocasión de comentarle a Jorge que no
me esperaba una tal salida de un crío como él. Me explicó que había tenido una
experiencia traumática, puesto que los padres por falta de recursos, se lo habían dado
a unos familiares en la capital y que el niño desde la edad de tres años había estado
rompiendo piedras (es la manera de hacer grava aquí), lo que le había impedido tener
la experiencia de la infancia y del juego, algo que había experimentado en nuestro
centro cuando había podido jugar…
El pobre crío tiene un retraso evolutivo notorio, pero es algo que en la propia familia
se puede mejorar, ahora que va a ser seguido por un agente social que, bajo la
cobertura de Don Bosco, le permitirá tener comida y educación en su ambiente y le
abre a nuevas posibilidades de las que antes nunca disfrutó.
Pero para él la cosa importante es el juego, faceta que ha descubierto en el tiempo que
ha pasado con nosotros y de la que nunca había disfrutado antes y con la que se sintió
tan a gusto que era lo que pedía como condición para su vuelta a la familia.
Cuando Jorge le preguntó qué juguetes quería le dijo muy claramente un camión y una
excavadora, los juguetes con los que pasaba gran parte de su tiempo cuando estaba en
el recreo en el centro.
Jorge me explicó que era también lo que había visto cuando picaba piedra, el camión
que venía para llevarse las piedras cascadas, la grava, y la máquina que rompía la roca
de la que luego con las mazas los picapedreros iban a hacer la grava.
Lo que para él fue un trabajo penoso, ahora se había convertido en su juego
preferido… El camión y la excavadora.
Me quedé pensativo y con la imaginación en el trabajo penoso que el crío de tan corta
edad y durante años había realizado y me producía una sensación de tristeza, pero a la
vez me causaba gran alegría verle animado a emprender su nueva etapa y ahora con la
seguridad de ser un niño que puede asistir regularmente a la escuela y que puede
jugar con los juguetes que en otro tiempo había sido su “tortura” y se me ocurría dar
gracias a Dios por Don Bosco y por el trabajo que en su nombre estamos haciendo para
que esos niños de la calle puedan recuperar su infancia y vivir como seres humanos y
no como esclavos.
Esta es una historia sencilla. Cada uno de los más de sesenta que están en este
momento en el centro tiene su propia historia y a veces mucho más penosa… y no digo
nada de las niñas, también en número semejante que se encuentran en el otro
pabellón y… para qué contar…
El estar con ellos es un trabajo exigente y te pide ser una persona muy especial, pero
ellos se dan cuenta rápido de que los que están trabajando con ellos en el centro son
esas personas tan especiales que ellos necesitan y que están al pie del cañón siempre
que les hace falta.
Te doy gracias Señor por la experiencia que me has permitido vivir unos días con estos
críos, te doy gracias por la idea genial de Don Bosco y por tantos salesianos que
quieren seguir siendo su imagen para estos jóvenes necesitados en tantos y tantos
sitos en nuestro mundo de hoy.
Antonio, agosto 2020.