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viernes, 14 de febrero de 2020

A modo de comienzo..NUEVO formato… NUEVA etapa… NUEVAS perspectivas…


Después de unos meses en silencio, intento recomenzar la andadura africana.

He estado unos meses en España en plan de pasar una “ITV”, como lo que se hace con los vehículos, pues era muy consciente de que mi salud daba signos claros de que dejaba bastante que desear y quería estar seguro de si mi cuerpo respondía para estar en África, o si había llegado el momento de decir basta.

Me tomé unos días de vacaciones para estar con la familia y entre los “entendidos” escuché una sugerencia que me parecía un poco extraña, pero que con el paso del tiempo llegó a manifestarme que no iba descaminada. Y lo que me hablaron era que podía tener una deficiencia importante en el régimen alimenticio. No me lo tomé en serio porque nunca me había pasado algo semejante, pero el tiempo me fue haciendo ver la verdad de la sugerencia.

He renovado las gafas, me he pasado largo tiempo con las visitas yendo al dentista, me han puesto audífonos para los oídos y me he hecho varias pruebas para la memoria, algo que me fallaba de forma considerable. Para mi sorpresa, lo primero que me dijeron era que el alzheimer estaba descartado y que no se veía ninguna otra cosa de especial en el cerebro. Todo esto me resultaba un poco extraño, pues yo tenía mi experiencia bien frecuente de olvidos y otros episodios que se sucedían con cierta regularidad.

La mayoría del tiempo para estas pruebas lo he pasado en Madrid en Salesianos Atocha, donde me han acogido de forma increíble y donde me he sentido en casa. A todos y cada uno de los salesianos, empezando por el director y siguiendo por toda la comunidad, tengo que agradecer las pruebas de hermandad que he recibido. Que Dios se lo tenga en cuenta. Desde aquí, rezo por ellos, así como por todos y cada uno de los benefactores que regularmente nos ayudan.

El estar en la capital me ha permitido también vivir una aventura cultural para la que me he organizado en los momentos libres, sobre todo para visitar los museos, una de mis debilidades personales. El Prado, el Reina Sofía, el Thyssen, el Sorolla, el de artes decorativas, el Arqueológico, el del Romanticismo, el museo de la Ciudad de Madrid… Han sido objeto de mis visitas, en particular en los momentos que eran de acceso libre.

Ha sido para mí una experiencia inolvidable el estar a quince minutos a pie de la mejor pinacoteca que tenemos y poder frecuentarla todas las tardes gratuitamente a partir de las seis, y durante dos horas, el tiempo ideal para pasear por un museo sin que te canses y sacando un provecho muy considerable de las visitas. Hoy puedo continuar esto mismo en internet recordando los cuadros que he contemplado repetidas veces en el museo.

Las visitas han sido repetidas y reiterativas, comenzando por invitar a amigos y siguiendo con los amigos que me hacía durante el tiempo que estaba en la cola… De Argentina, Méjico, Israel, Turquía, Italia, Uruguay, Venezuela… Todos ellos venían por primera vez y a unos cuantos les hice de cicerone, pues ya habiendo visitado las obras varias veces, disfrutas más viendo disfrutar a otros que haciéndolo tú mismo. Recuerdo el comentario que me hacía el matrimonio israelí: has sido un ángel para nosotros… Me sorprendió la ausencia de conocimientos bíblicos que tenían y les sorprendía la presencia tan abrumadora de lo religioso en el arte… También fui con amigos y vimos unas cuantas de las obras maestras que nos pone en el catálogo y la experiencia fue muy agradable, pues junto a nuestra conversación sobre otros temas, también se mezclaban los comentarios sobre las obras que estábamos contemplando.

También aprovechaba momentos en que pedía información a los cuidadores para conocer detalles  de variada índole y ellos, siempre muy amables, respondían con acierto a mis preguntas. Visitar la temporal de los dibujos de Goya fue un premio inesperado un domingo por la mañana. Enterarme de que los que más visitan el museo son extranjeros, en especial orientales y de Corea del Sur en particular, fue algo que no me esperaba…

El Guernica en el Reina Sofía o el Profeta, estatua de Gargallo, eran otras de las visitas que solíamos hacer después del Prado, pues pilla a mano y cierran una hora más tarde…

Me ha dado tiempo para muchas cosas. He visitado amigos y conocidos, además de la familia, he tenido ocasión de hablar en varios medios de mi experiencia africana y seguir alguna que otra formación puntual en alguna materia, leer un buen número de artículos de temas variados y hacer acopio de libros en el “kindle”, con la inestimable ayuda de Loli, para la vuelta. También ha habido tiempo para rezar, meditar y hacer planes.

El ver las cosas en la distancia me ha permitido tener una perspectiva que no tienes cuando estás envuelto en ellas y te da una percepción muy interesante de no sólo ver los árboles, sino el bosque en su conjunto, con lo que aclaras objetivos y pones a punto estrategias a la hora de recomenzar el trabajo.

Aún sin concluir todas las revisiones, me decidí a poner una fecha para la vuelta, pues percibí que la cuestión de la boca me llevaría más tiempo de lo que esperaba y la memoria se había recuperado de forma efectiva con el simple tratamiento de una comida variada. Esto me ha hecho subir unos cuantos kilos, pero no me importa porque en lo que llevo aquí, ya me he desprendido de varios de ellos.

Los encuentros con unos y otros han sido muy agradables y variados y a la  hora de la despedida se ha repetido con insistencia la pregunta de por qué vuelves, si te puedes quedar aquí… Para mí la respuesta era con otra pregunta, ¿para hacer qué?

Y es que hay aún muchos retos aquí que esperan una mano amiga que acompañe, una palmada de aliento que anime en el día a día y un andar juntos por el camino de Don Bosco que nos lleva hacia el Señor.

LUNGI (SIERRA LEONA) Nuevo destino


La vuelta ha sido un cambiar contrastado, pasar de un frío notable a una temperatura por encima de los veinticinco que te hace sudar, pues es húmedo y a la que acabas haciéndote, pues es lo que has vivido largo tiempo y a lo que te vuelves a hacer sin tardar.
La nueva sensación es diferente, pero a la vez es la misma, una presencia salesiana rodeada de colegios y escuelas, que además van hasta los pueblos y en la que hay alrededor de los cinco mil alumnos, una parroquia en la ciudad que se prolonga en los pueblos; jóvenes y adultos con los que te encuentras cada día, que esperan mucho de ti y a los que te entregas con la ilusión de serles útil en su presente y para su porvenir.


Nada más llegar me han presentado al cura de la parroquia de al lado, muy cercano a los salesianos y con quien he comenzado a visitar los pueblos y campos en los que hay  agricultores entregados a sus labores. Simplemente el tomar contacto con ellos me hace ver, lo mismo que cuando visito las escuelas, las esperanzas que tienen puestas en nosotros de que les ayudemos a adquirir una dignidad en sus vidas y a dar valor y aprecio a los medios de los que disponen para organizar su futuro.

La comunidad con la que me he encontrado está compuesta de cuatro salesianos, dos locales y dos de Nigeria, dos de ellos son curas y los otros dos estudiantes que están haciendo la experiencia práctica. A algunos les conocía, a otros no. Por el momento creo que las cosas pueden marchar. También hay dos voluntarios procedentes de América que están aquí por un tiempo y con los que tengo una relación amigable y cercana.
Mi habitación

Aquí estoy por una parte intentando adaptarme a la nueva situación, cosa que no me resulta difícil y a la vez queriendo responder a lo que ellos esperan de mi presencia entre ellos. Tenerlos cerca no me resulta difícil, pues la lengua que hablan, el crío, no me es desconocida, y su mentalidad, aunque distinta, por lo que voy percibiendo, tampoco es muy diferente de lo que he vivido anteriormente en Bo.

Veremos lo que el tiempo nos depara. Por lo menos ya hemos comenzado la andadura y esperemos continuarla por largo tiempo. Que Don Bosco y María Auxiliadora nos acompañen.

Antonio, febrero del 2020.

La casa salesiana de Lungi

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