Hemos tenido reuniones de parejas en Nagoyon durante más de un año. Cada semana nos encontrábamos en ese pueblo un pequeño grupo, nunca más de una docena de personas, con el deseo de compartir la experiencia de tratar de vivir el matrimonio no como lo hace la tradición africana, sino de la manera que nos habla el Evangelio, llegar a ser uno.
Esto que comenzó de forma modesta, ha ido evolucionando y estamos comenzando a ser un grupo consistente y en número apreciable y que tiene conciencia de que algo nuevo está surgiendo en el ambiente.
Hace unas semanas hemos comenzado también reuniones de
parejas en otro pueblo, Cassama, distante del anterior, y con los altibajos
normales para este tipo de reuniones, de unas veces encontrar una docena de
personas y otra vez ser sólo la mitad.
Para favorecer el que se conozca lo que hacen, hemos
pensado en reunirnos las parejas de los dos sitios y compartir experiencias,
cosa que comenzamos la semana pasada y que hemos seguido esta semana ya de
manera más formal y organizada.
La reunión fue un acontecimiento para todos, pues no
esperaban ser tan numerosos. Éramos
más de veinticinco los presentes a una cita en la que se compartieron
experiencias diversas y donde el entusiasmo por parte de unos y otros fue la
tónica que animó el encuentro.
Hubo hasta un pequeño intento de celebración por parte
de las mujeres que nos recibían que nos presentaron un plato de arroz con salsa
y pescado, que no duró mucho tiempo, pues todos participaron en la
degustación.
La primera y principal sensación ha sido el ver que
somos numerosos, que el pequeño núcleo del principio ha crecido y que estamos
siendo un grupo grande y consistente. Esto nos ha llevado a vivir durante la
semana una euforia especial que he podido notar cada vez que me he encontrado
con alguno de los que participaron en el encuentro.
Esperemos que sea la consolidación de un grupo que
tiene mucho que decir a los demás, pues la forma de vivir que tienen estas
parejas es algo que llama poderosamente la atención a los que no la conocen y
que les motiva para intentar vivirla cuando se la proponen.
Que el Señor nos tenga de su mano y nos ayude en el
empeño.
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